La Justicia de la Ciudad homologó parcialmente un juicio abreviado contra un hombre que, mediante WhatsApps, le advertía a su víctima su "intención de violarla".
El Juzgado en lo Penal, Penal Juvenil, Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Rodolfo Clerici, homologó parcialmente un juicio abreviado contra un hombre, quien ejerció hostigamiento doblemente agravada por la condición de funcionario público y por estar basada en la desigualdad de género.
Se le impuso la pena de siete días de prisión, cuyo cumplimiento se dejó en suspenso, con costas. También se estableció una serie de reglas de conducta, aunque se declaró la nulidad de la pena accesoria de reparación del daño -$20.000- a la víctima.
Según se desprende de la causa, le hombre le envió mensajes por WhatsApp a la víctima, afirmando que “tenía ganas de esposar[la] a la cama” y “si estás aburrida y tenés ganas de comerte un rato una buena verga y que se entere [tu ex] avísame”.
En este sentido, el juez destacó el modo particularmente “explícito, gráfico y lineal, del simbolismo violento que nuestra cultura patriarcal adjudica a la sexualidad del varón -esto es, al pene- como un elemento corpóreo destinado al sometimiento físico de la mujer”.
Para el sentenciante, “el acusado le escribió a la víctima un mensaje en el que aludía, básicamente, su intención de someterla sexualmente; o expresado en términos más claros, su intención de violarla”.
“Esto lleva inherente, además, y en abstracto, el concepto de la mujer como cuerpo apropiable”, dijo y añadió: “El tenor del mensaje del acusado coloca a su propia genitalidad en el centro de la escena de la agresión hacia la mujer. Este comportamiento es el reflejo de cómo el androcentrismo, como base del sexismo, ha colocado lo masculino en el centro, magnificando ciertas características de los hombres como mejores, superiores y útiles, en particular, su virilidad en relación a lo femenino”.
Para el sentenciante, “el acusado le escribió a la víctima un mensaje en el que aludía, básicamente, su intención de someterla sexualmente; o expresado en términos más claros, su intención de violarla”.
Y continuó: “En la cultura de la violación, donde la degradación de la figura de la mujer es una constante que no siempre queda visibilizada, y que muchas veces resulta minimizada o incluso fomentada: la mujer es un ente/objeto sobre la cual se tiene poder, control o derecho. La mayoría de las prácticas recurrentes de la cultura de la violación no se encuentran todavía suficientemente visibilizadas como formas de violencia (uso de lenguaje violento y machista, “piropos”, chistes, acoso sexual callejero, violencia mediática)”.
De este modo, el juez de grado concluyó la “necesidad imperiosa de dejar en evidencia la trascendencia social de situaciones de esta clase, cuando la práctica del sistema judicial nos coloca frente a ellas”.