02 de Julio de 2024
Edición 6997 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 03/07/2024

¿Confrontación o cooperación?
Los desafíos de la sociedad civil frente a la integración

En esta ponencia nos proponemos repensar el proceso de integración del MERCOSUR en clave horizontal, identificando nuevas form

En esta ponencia nos proponemos repensar el proceso de integración del MERCOSUR en clave horizontal, identificando nuevas formas de relacionamiento de las Organizaciones de la Sociedad Civil, entre sí y con agentes estatales y empresariales en el ámbito regional e internacional, como un primer acercamiento a la búsqueda de opciones de acción válidas en otras dimensiones de nuestro proceso de integración regional.

Convencidos de que la integración es un proceso multidimensional, que se potencia a través de múltiples actores y del tejido de una red social de articulación que promueva la inclusión de todos los sectores de la sociedad, consideramos estratégico el análisis de las prácticas en torno a la integración horizontal promovida por las Organizaciones de la Sociedad Civil del MERCOSUR como una manera de generar un tejido social fuerte y estable para enfrentar los desafíos de la paz y la seguridad con desarrollo social.

 
¿CONFRONTACIÓN O COOPERACIÓN
  1. PRESENTACIÓN

 

En un mundo tumultuoso,  donde el fin de la Guerra Fría dio paso al comienzo de la Paz Caliente, diversas regiones del globo experimentan un preocupante aumento y escalamiento de actos violentos, de acciones terroristas donde miles de personas pierden la vida, y donde las lógicas de los distintos actores involucrados se dispersan entre una multitud de reclamos e intentos de acción.

 

El continente americano no es una excepción a esta situación. El atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, los alzamientos populares en Bolivia, en Venezuela, y actualmente en Haití, nos convoca a pensar en mecanismos de promoción de la estabilidad y la seguridad en nuestra región.

 

Los países del Cono Sur americano enfrentan el insoslayable reclamo de sus ciudadanos en aras a la búsqueda de soluciones concretas a las necesidades básicas de sus habitantes. Los gobiernos de turno, agobiados por las exigencias de la deuda y los desafíos de la competitividad internacional, poco o nada reaccionan ante las crecientes muestras de desinterés por parte de los electorados nacionales.

 

Las empresas transnacionales persiguen la búsqueda de ganancia y exigen a los gobiernos la concreción de medidas que las favorezcan. Los organismos internacionales de crédito auditan las cuentas nacionales, asegurando el pago en término de las primas de la deuda, y exigen mayores reestructuraciones y mayor carga tributaria.

 

¿Cómo quebrar este círculo?

 

En este trabajo proponemos repensar el proceso de integración del MERCOSUR en clave horizontal, identificando nuevas formas de relacionamiento de las Organizaciones de la Sociedad Civil, entre sí y con agentes estatales y empresariales en el ámbito regional e internacional, como un primer acercamiento a la búsqueda de opciones de acción válidas en otras dimensiones de nuestro proceso de integración regional.

 

Convencidos de que la integración es un proceso multidimensional, que se potencia a través de múltiples actores y del tejido de una red social de articulación que promueva la inclusión de todos los sectores de la sociedad, consideramos estratégico el análisis de las prácticas en torno a la integración horizontal promovida por las Organizaciones de la Sociedad Civil del MERCOSUR como una manera de generar un tejido social fuerte y estable para enfrentar los desafíos de la paz y la seguridad con desarrollo social.

 

  1. LAS DIMENSIONES DE LA INTEGRACIÓN

El MERCOSUR, este “gran espacio” que engloba el 42% de la población y el 58% de la superficie de América Latina, más del 55% del PBI regional, más del 40% de las exportaciones regionales y más del 70% del comercio intrarregional, representa un mercado potencial de más de 190 millones de personas y un ingreso per cápita de alrededor de 2.500 dólares.

 

            Este proceso de integración regional ha alterado sustancialmente los escenarios tradicionales basados en esquemas y visiones conflictivos de nuestros vecinos, logrando así un cambio de posición a favor de un esquema compartido de responsabilidades recíprocas.

 

A pesar de las características comunes que tienden a unir a los cuatro países signatarios del Tratado de Asunción y a los países asociados, rasgos que pueden y de hecho favorecen la integración (como la cercanía geográfica, la historia y el origen común, el relativamente reciente retorno a la senda democrática, entre otros), existen asimismo diferencias notorias en cuanto a  tamaños y velocidades de estos países en torno al proceso integrador.

 

            Y por lo tanto al MERCOSUR no debemos verlo “sólo” como un acuerdo de comercio (aunque el comercio sea la locomotora que moviliza el tren), sino como un proceso que nos plantea diversos desafíos en torno a procesos de compatibilización de sistemas, de normas y de procesos.

 

            Porque más allá del MERCOSUR comercialista, el proceso integrador puede alterar de manera fundamental el contexto en el que se desenvuelven las distintas fuerzas nacionales, tanto económicas, sociales, políticas como culturales en cada uno de nuestros países.

 

            La integración regional nunca debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para lograr, en última instancia, mejores condiciones de vida para nuestras sociedades, y para lograr ese objetivo de máxima, creemos fundamental incorporar todas las voces, potenciando y multiplicando los esfuerzos de los distintos actores nacionales y regionales, comprometidos e involucrados en este movimiento integrador.

 

           

  1. SOCIEDAD CIVIL Y DIPLOMACIA DE VÍAS MÚLTIPLES

 

El Mercado Común del Cono Sur (MERCOSUR) surge dentro de un contexto de regionalismo abierto vinculado con el proceso de globalización, en un intento de mejorar el posicionamiento competitivo de nuestros países en el mercado regional e internacional.

 

El debate sobre los efectos e influencias de la demonizada globalización, de las opciones de políticas públicas, de las propuestas de los partidos políticos, y de la articulación de los diferentes actores sociales con el Sector Público y con el Sector Privado, ha estado subordinado recurrentemente a los avances y retrocesos registrados en la esfera comercial y económica.

 

Por ello mismo creemos prioritario iniciar un análisis más exhaustivo en torno a cuáles fueron, cuáles son y cuáles serán los actores fundamentales en el diseño y ejecución de las estrategias regionales de integración.

 

 

Siguiendo a Jorge Grandi y Lincoln Bizzozero,

 

                  “se constata que las etapas cumplidas en el caso del MERCOSUR han canalizado demandas de distintos actores relacionados con diferentes círculos de influencia: en primer lugar los gobiernos, negociadores, burocracia y algunos grupos económicos; posteriormente Parlamentos, centrales sindicales, partidos políticos, pequeñas y medianas empresas, otras organizaciones sociales y en algún modo las fuerzas Armadas. Finalmente el pasaje a la unión aduanera ha canalizado demandas sectoriales diversas, relacionadas con prioridades temáticas y con la necesidad de una mayor institucionalización.”[1]

 

 

Estos autores categorizan a los actores en tres círculos de influencia,  reconociéndoles representación en el nivel nacional y otra en el nivel subregional.

           

De este modo, surge el siguiente cuadro de posicionamiento de los actores según el nivel y el círculo de influencia:

 

 

CUADRO I: Ubicación de los actores según nivel y círculo de influencia

 

Círculos de influencia

Primero

Segundo

Tercero

Nivel nacional

Gobierno; Tecnoburocracia ministerial;  Grupos Empresariales (Transnacionales y Grupos Nacionales)

Parlamento, Partidos Políticos, Sección Nacional del Foro Consultivo, Asociaciones de PYMES, Centrales Sindicales, Regiones Centrales

Organizaciones Sociales; de Medios de comunicación; Fuerzas Armadas, Universidad, colegios profesionales, Regiones periféricas

Nivel regional

Cumbres presidenciales; Institucionalidad central MERCOSUR; Tecnoburocracia de la integración (SGT, comisiones, comités técnicos, etc.); Acuerdos e instancias empresariales (CIM)

Com. Parlamentaria Conjunta; Foro Consultivo Económico Social; Centrales Sindicales en subregión; Acuerdos de regiones centrales (fronteras y ciudades)

Manifestaciones en el ámbito regional de Organizaciones Sociales, Organización y Foros regionales de colegios profesionales, Redes universitarias y académicas de educación.

 

 

En el primer círculo de influencia, encontramos a nivel nacional las dirigencias gubernamentales, la tecnoburocracia ministerial y los grupos empresariales. A nivel subregional, los sectores dirigentes gubernamentales, la tecnoburocracia ministerial expresadas en las Cumbres Presidenciales y en las instituciones del MERCOSUR.

 

El primer tipo de actores es representativo de los fines e intereses públicos y responden de alguna forma al electorado o a las instancias de contralor público, mientras los grupos empresariales tienen como referente intereses particulares específicos.

 

El segundo círculo de influencia está constituido por el parlamento, los partidos políticos, las centrales sindicales, las asociaciones representantes de pequeños y medianos empresarios, y las entidades locales, cuando pueden generar iniciativas, provocadas por efectos positivos o negativos del proceso, especialmente en el caso de las zonas fronterizas.

 

En el tercer círculo de influencia encontramos las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC)  en general, entre las que se destacan por su activismo  los grupos ambientalistas,  de derechos ciudadanos, de empoderamiento de la mujer, de lucha contra la discriminación, de defensa de las minorías, consumidores y otros; las Fuerzas Armadas (con reservas, ya que pueden integrar en algunos casos otro círculo); las instituciones locales más alejadas de la zona de frontera o del centro de poder decisor; la Universidad; las elites culturales, cuando están organizadas; los colegios profesionales.

 

En resumidas cuentas, estos autores reconocen tres momentos en que puede definirse la posición de los actores, dos niveles de actuación de los mismos y distintos círculos de influencia. Y como bien lo afirman,

 

“La relación entre los círculos de influencia, el marco temporal y el nivel de actuación se precisa en el hecho de que si los actores pertenecen al primer círculo se manifestarán en los distintos momentos y niveles, mientras que si pertenecen al tercer círculo tenderán a manifestarse más contemporáneamente, debido a que se ha asentado el proceso y se ha hecho visible el espacio regional para otros agentes de las sociedades nacionales.”[2]

 

En función de estos círculos concéntricos de influencia, consideramos interesante explorar cómo han participado las Organizaciones de la Sociedad Civil en el proceso de toma de decisiones del MERCOSUR, y cuáles han sido las modalidades de acción implementadas.

 

Este conjunto más o menos organizado y sumamente heterogéneo de Organizaciones de la Sociedad Civil ha comenzado en los últimos años a desarrollar consistentes lazos a través de la práctica de la diplomacia ciudadana, entendiendo por esta última

 

            “Las acciones de los ciudadanos - y los grupos no gubernamentales que ellos forman - de un país respecto de terceros países. Implica la usurpación de papeles considerados del dominio exclusivo de los actores gubernamentales. En contraste con los grupos domésticos de interés político, que tradicionalmente actúan dentro de un escenario nacional específico, la diplomacia ciudadana se da en la arena exterior o transnacional” [3]

 

Esta supuesta “usurpación de la actividad diplomática” implicó que las distintas OSC de la región  comenzaran a relacionarse, intercambiando experiencias, recursos humanos y financieros,  no sólo con otros grupos similares con bases en otros países, sino también con gobiernos extranjeros de otras naciones, con organizaciones internacionales de naturaleza gubernamental y  no gubernamental, e incluso, con  agencias oficiales de cooperación para el desarrollo.

           

Las OSC fortalecen de este modo su impacto y eficacia mediante la formación de redes y coaliciones transfronterizas[4] , situación que exige considerar la inminente aparición de nuevos actores de la Sociedad Civil que interactúan con otros grupos del exterior.

 

Trabajar en redes (Networking) se convirtió en una palabra clave para la sustentabilidad de la  sociedad civil,  generando un espacio capaz de relacionar, comparar y valorar experiencias con otros grupos situados en otras localidades,  y establecer luego determinados mecanismos de cooperación, partiendo de necesidades y prácticas concretas.

           

Estas redes tienden a operar en base a relaciones horizontales, socializando la información, con liderazgo móvil y flexibilidad de técnicas e instrumentos de acción, generando mecanismos inclusivos de participación en el proceso integrador.

 

  1. ESTABILIDAD Y PAZ DESDE LA BASE

 

Cuando pensamos en situaciones de conflicto, generalmente tendemos a transportarnos mentalmente a regiones lejanas como el Medio Oriente, o África Subsahariana, entendiendo implícitamente que nos referimos a conflictos violentos, con guerras civiles sangrientas donde pierden la vida miles de personas, situación alejada de nuestro vivir diario en un continente que es conocido como una región más bien pacífica, sin demasiados conflictos interestatales, con pocas guerras, focalizadas en tiempo y espacio.

 

Pero si entendemos al conflicto como la búsqueda de objetivos incompatibles entre diferentes grupos, debemos reconocer que estamos involucrados diariamente en miles de conflictos en nuestros ámbitos familiares, de trabajo, etc.

 

A nivel de nuestro país, en Argentina, cada 15 minutos, nacen 21 niños. Cada uno de ellos nacerá con una deuda de 5.000 dólares a los acreedores externos. Cada nuevo argentino, asimismo, es el ilusorio dueño de un producto anual per capita de 2.900 dólares. Si ese mismo niñito hubiera nacido hace dos años atrás, hubiera poseído un producto de 8.000 dólares, pero hoy, Argentina es tres veces más pobre de lo que creíamos que era dos años atrás.

 

Ese producto per capita igualmente es sólo un truco estadístico, dado que dos de cada tres de esos nuevos argentinos nacerá en un familia pobre. Y cada día un chico desnutrido entra en un hospital para ser tratado por una enfermedad asociada a la desnutrición, y probablemente no logrará sobrevivir…

 

En un panorama tal, negar que vivimos rodeados de un cúmulo de conflictos es casi infame. Y esta situación también puede aplicarse a la realidad de las diferentes sociedades latinoamericanas.

 

Es evidente que el esfuerzo integrador del MERCOSUR, y las perspectivas de la posible inclusión en el ALCA, apuntan a mejorar la situación de vida de cada uno de nuestros habitantes, cooperando para el crecimiento sostenido de todos los países involucrados. Y para ello, resulta evidente que se debe ir forjando un movimiento de cambio social sostenido, desde las organizaciones que fortalecen el tejido social.

 

Pero el cambio social en una sociedad puede o no llevar a la formación de conflictos, ya que implica una estructura de poder desbalanceada. Si el conflicto pasa a la siguiente etapa, se convierte en violento. No obstante, existen mecanismos no violentos de resolución de conflictos que están imbuidos en la cultura local, lo que posibilita que el conflicto sea rápidamente transformado sin recurrir a la violencia.

 

En este sentido, es de particular importancia el rol de lo que los sajones llaman PEACEBUILDING (que podríamos traducir aproximadamente como CONSTRUCCIÓN DE PAZ), entendiendo por ello los mecanismos utilizados por diversos grupos para consolidar relaciones pacíficas y estables, creando un ambiente que contenga el surgimiento y el escalamiento de tensiones que puedan llevar a conflictos violentos.

 

Porque el MERCOSUR ha sido pionero en la defensa de la democracia, al instaurar la “cláusula democrática”, esto es, el requerimiento de que sus países miembros circulen por la senda democrática, es necesario replantearnos qué implica esta relación entre democracia e integración regional, y cómo puede ser potenciada a través del involucramiento activo de la Sociedad Civil para prevenir la formación violenta de conflictos.

 

Analizada desde el punto de vista sociológico, la integración difícilmente puede ser lograda de manera impuesta, autoritariamente. Sólo la integración libremente implementada por los diferentes grupos sociales dará lugar a un ejercicio verdaderamente democrático a nivel de la Sociedad Civil.

 

En este contexto, deberíamos hablar de democracia participativa, y no solamente de democracia representativa, como asimismo de integración interactiva, y no de incorporación forzada de grandes colectivos de personas a una experiencia ajena a sus necesidades, concepciones y cosmovisiones.

 

El caso del MERCOSUR nos plantea de esta forma un gran desafío: hasta el momento la participación de la Sociedad Civil en el proceso de toma de decisiones fue mínima, casi inexistente, pero el armado de una consistente red de interacción entre las diferentes OSC de la región puede generar una verdadera integración “desde la base”.

 

 

  1. UN LARGO CAMINO POR ANDAR…

 

Más allá de los tímidos esfuerzos de las diferentes sociedades civiles merco sureñas para discutir seriamente la agenda social del MERCOSUR en vistas a la incorporación al ALCA, y cómo eso afectará la vida diaria de millones de personas en todo el continente, las perspectivas son más que halagüeñas.

 

Los niveles de participación van en aumento sostenido. Sólo en Argentina, de acuerdo a una encuesta de Gallup, el 32 % de las personas mayores de 17 años ha realizado algún tipo de trabajo voluntario en alguna OSC durante 2001, lo que implica alrededor de 7.5 millones de adultos. Esa cifra es el doble de las registradas en 1996. Y la tendencia va en aumento…

 

Las posibilidades de generar iniciativas desde el Sector Social a favor de una profundización de la integración es claramente una oportunidad atractiva. Sin embargo, es necesario  para ello promover el fortalecimiento de las redes existentes a nivel regional, y la formación de nuevas redes temáticas. Asimismo, sería fundamental la generación de instancias dedicadas a la reflexión y discusión sobre el proceso del MERCOSUR, aprovechando el intercambio existente en términos socio – culturales, e imprimirle una dimensión institucional a ese intercambio por fuera del círculo gubernamental (Federaciones, Asociaciones de artistas, etc.).

 

Traspasar las fronteras nacionales, fortalecer los lazos de solidaridad y responsabilidad social, compartir y estimular el respeto por la diversidad, son los grandes desafíos de este tiempo para una acción internacional coordinada de las Sociedades Civiles del MERCOSUR.

La integración debe entonces ser avizorada desde una vertiente más positiva, lo que implica necesariamente el fortalecimiento del intercambio político, económico, social y cultural entre nuestros pueblos, favoreciendo el acercamiento y el mutuo conocimiento.

En el estado actual del proceso de integración regional, podemos reconocer que las OSCs han venido creando redes internacionales que pueden servir de piso sobre el que se asienten futuros trabajos de cooperación regional desde la propia Sociedad Civil.



[1] GRANDI, Jorge y BIZZOZERO, Lincoln, “Hacia una sociedad civil del MERCOSUR”, Revista Integración & Comercio, setiembre – diciembre de 1997, INTAL.

[2] GRANDI, J, y BIZZOZERO, L, ibídem.-

[3] THORUP, Cathryn, “Diplomacia ciudadana, redes y coaliciones transfronterizas en América del Norte: nuevos diseños  organizativos”, en FORO INTERNACIONAL, Vol XXXV, núm.2, abr-jun 1995, México, p. 156.

[4] Entendemos por REDES aquellos foros descentralizados para el intercambio de información y socialización dentro de las Organizaciones de la Sociedad Civil, y por COALICIÓN, aquellas OSCs unidas que comparten el poder de manera más centralizada y buscan ganancias políticas específicas.

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