El Máximo Tribunal entendió que “no se había demostrado que durante el juzgamiento que concluyó en su destitución se hubiera violado la garantía constitucional de defensa en juicio”.
El ex juez, quien en la actualidad se encuentra detenido por el crimen de su hija, fue destituido por voto unánime del Jurado de Enjuiciamiento provincial al considerar que no había colaborado con “el esclarecimiento del crimen de su hija” y que el comportamiento que había demostrado no había hecho otra cosa “más que perjudicar la investigación”.
En esa oportunidad, el fallo se conoció tras siete horas de deliberaciones y encuadró la conducta de Fraticelli en dos figuras: “ineptitud para ejercer la función” y “mal desempeño”, a pesar de que el procurador de la Corte Suprema de Justicia, Jorge Bof, había imputado las cinco causales de destitución, entre ellas falta de decoro, comisión de un delito doloso e inhabilidad física o mental. Fraticelli perjudicó “gravemente” a la Justicia “con actitudes impropias de su investidura, lo cual quebranta la confianza y constituye una amenaza seria para los justiciables. Se advierte que ha despreciado en forma reiterada deberes básicos que hacen a su condición de magistrado”, señalaba la sentencia.
El Jury consideró entre los hechos más graves las “actitudes contradictorias y erráticas” de Fraticelli frente a la muerte de su hija y que “no sólo no prestó colaboración para el esclarecimiento del hecho, sino que entorpeció y obstruyó el trabajo de la Justicia, lo que alcanza mayor gravedad aún, si se tiene en cuenta que nos encontramos frente a un juez con competencia (penal), y por tanto con experiencia.”
Fraticelli y Dieser fueron condenados a cadena perpetua el último 15 de mayo ya que durante el juicio que se siguió en su contra se comprobó que el ex juez y su mujer “se confabularon” para matar a su hija porque la consideraban un fracaso para la pareja dado los problemas mentales que padecía.
Natalia tenía 15 años y vivía con sus padres y su hermano mayor en la ciudad de Rufino. Apareció muerta en su propia cama en la mañana del 20 de mayo de 2000, con la cara cubierta por una bolsa y las manos atadas.