El documento explica que “este número sale de la suma total de internos multiplicada por su recambio (se estima como promedio que cada 3 años se produce el recambio total de la población carcelaria) durante veinte años”.
De todas formas, se aclaró, debe considerarse siempre una técnica de aproximación para nada exacta, y no deja de darnos una idea clave sobre la incidencia del encarcelamiento sobre el total de la gente de nuestra provincia.
En tanto, se agregó que si tomamos además en cuenta la cantidad de aquellos que están encarcelados sin condena, esto es más del 90 por ciento de los que ingresan en una cárcel, nos encontramos con que en la práctica un alto número de ciudadanos pasan a estar privados de su libertad ignorándose el resultado final de la causa instruida en su contra.
Por su parte, fuentes de la Subsecretaría de Políticas penitenciarias señalaron, sin confirmar ni negar estos guarismos que “hay que tener en cuenta el crecimiento geométrico de encarcelados desde las modificaciones al código procesal penal y a la ley de ejecución penal que, por un lado, restringieron sustancialmente las excarcelaciones y, por el otro, también limitaron determinados regímenes carcelarios”.
“Hay que tener en cuenta que la mayoría de la población carcelaria se encuentra en un estrato social y cultural de marginación con más riesgo de vulnerabilidad en cuanto a las posibilidades de reincidencia o reiteración delictiva, que es de un porcentaje importante en la Provincia”, añadieron los voceros.