“Etchecolatz está detenido en cárcel domiciliaria, injustificada por cierto, por el robo de bebés en el juzgado de La Plata. Lo han considerado responsable del caso particular de una joven que fue robada desde muy chica”, explicó Carlotto y advirtió que podría fugarse tras la nueva captura que ordenó ayer el juez Rodolfo Canicoba Corral, por torturas y desapariciones.
“Canicoba Corral evaluará si es confiable o es peligroso que Etchecolatz se quede en su casa. Recordemos que unos cuantos militares que han obtenido este beneficio inmerecido y han violado la ley, saliendo de sus domicilios", apuntó, recordando los casos de Suárez Mason y otro anterior, del ex dictador Emilio Massera.
Canicoba Corral ordenó ayer la detención del ex director de Inteligencia de la Policía Bonaerense en tiempos de Ramón Camps por diez casos de secuestro y torturas denunciadas recientemente por dos sobrevivientes de centros clandestinos de detención donde se vio al represor.
A juicio oral
La preocupación principal de las Abuelas tiene que ver con el peligro de fuga de Etchecolatz, porque además de la detención que ordenó ayer Canicoba Corral el próximo 18 de este mes comenzará un juicio oral por el robo de una niña nacida el 27 de diciembre de 1977 en el centro clandestino “Pozo de Banfield”.
El proceso, ante el Juzgado Federal 1 de La Plata, se desarrollará hasta el 25 de marzo y está implicado además de Etchecolatz el ex médico policial Jorge Bergés.
Bergés y Etchecolatz fueron arrestados por este caso en abril de 2001 después de que la niña nacida en el Pozo de Banfield recuperara su identidad y se reencontrara con su familia biológica. Al ex jefe policial se le concedió luego la prisión domiciliaria.
Etchecolatz fue condenado en 1986 a 23 años de prisión por 95 casos de tormentos, pero fue dejado en libertad por la Corte Suprema de Justicia, que lo benefició con la aplicación de la Ley de Obediencia Debida.
Así, se convirtió en uno de los principales apologistas de la dictadura, publicó un libro “La Otra Campana del Nunca Más” y se peleó en televisión con una de sus víctimas, el fallecido dirigente socialista Alfredo Bravo, hecho que le valió una condena por injurias.