02 de Julio de 2024
Edición 6997 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 03/07/2024

Manuel Figuerero Caravías

Se informa sobre dos juicios orales a los que estaría sometida María Julia Alsogaray. Se puede analizar esta noticia bajo dos puntos de vista. El primero, nos permite destacar a la opinión pública que es lógico que una exfuncionaria del Estado, que se habría apoderado de dinero del Estado, debe ser sancionada. Sea la figura que sea, no importa la tipificación para emitir este juicio de valor que creo será compartido por todo el mudo. Pero la precedente aserción tiene una base moral, sin la cual no sería justo condenar a un ser humano a ser privado de su libertad por un período determinado. Y esta base moral nos lleva al segundo punto de vista, es decir que para que el Estado pretenda condenar a un ciudadano sus funcionarios deben dar ejemplo de probidad y de justicia en su accionar. Pero cuando un solo ciudadano ostenta y hace gala de una impunidad, indigna de un país que se dice civilizado, que ha firmado cuanto Tratado Internacional haya visto la luz, cambia todo y nos obliga a pensar que cuando existe esta situación de evidente menosprecio por la ley, por parte de algunos, con el auspicio público de las mas altas autoridades, debemos reflexionar seriamente y podremos llegar a la conclusión de que el proceder hacia la ingeniera Alsogaray, quien no es santo de mi devoción -tendré que aclararlo para algunos- , no es moral ni ético. Conforme el procedimiento que se concreta hacia esta persona, con las reservas que he mencionado, me hace retrotraer a la situación por la que pasaban los detenidos de la Bastilla. La Historia, con mayúscula, nos enseña lo que pasó luego. Cuando la Justicia se distribuye de manera tal que haya privilegiados que pueden quemar dolosamente una seccional policial y son recibidos por el Señor Jefe de Gobierno de la Nación y por el propio titular del Poder Ejecutivo; cuando el reo de estos hechos se la pasa lanzando acusaciones de toda laya contra el Juez de su causa, sabiendo que el Magistrado no puede retrucarle, no puede descender a su terreno porque no corresponde: cuando este individuo se escuda e sus fueron parlamentarios bonaerenses y pretende hacerlos valer urbi et orbi, para continuar con su accionar delictivo; cuando llega a cometer el delito de apología del dlito afirmando que él cometería nuevamente el evento que se le reprocha, cuando suceden estas cosas y las autoridades estatales pertinentes ni se amoscan, ignoran todo y seguramente piensan que ellas deben permanecer ajenas a esta actitudes puesto que no les llegan, quiere decir que algo huele a podrido en Dinamarca.


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