Sin embargo la Sociedad de Fertilidad Británica (BFS, sus siglas en inglés) se opone a la iniciativa y advierte que las parejas que necesiten óvulos o esperma anónimos, se verán obligados a recurrir a clínicas que no tengan licencia o a viajar a países con legislación menos estricta.
Para el profesor del Centro de Fertilidad de Londres Ian Craft con la entrada en vigencia de la ley que pone fin al anonimato “pocas personas querrán donar sabiendo que dentro de 18 años puede llamar a tu puerta un joven diciendo que es tu hijo o tu hija”. La ley no es retroactiva y los primeros casos podrían darse recién a partir de 2023. No obstante, consideró que una compensación a la nueva normativa es aumentar la paga que se realizará por la donación de semen y óvulos. Actualmente se abonan unos 20 euros pero se extiende a 70 si se pierde el día de trabajo.
En Gran Bretaña una de cada siete parejas tiene problemas de fertilidad y unos 7.000 pacientes reciben todos los años tratamiento mediante donación. A raíz de esto, se producen dos mil nacimientos al año por este método. Según la Sociedad de Fertilidad Británica, se necesitan alrededor de 1.500 óvulos al año y unas 500 donaciones de esperma. En algunas clínicas británicas la lista de espera para recibir donaciones es de cinco años.