¿Quién es esa rubia? La pregunta surgió enseguida entre los periodistas durante apertura de la Conferencia Nacional de Jueces. ¿Quién es la rubia que se sentó entre los ministros de la Corte Suprema, el gobernador de Santa Fe y el Ministro de Justicia de la Nación? Además del anonimato, la señora despertó suspiros por su figura. La incógnita quedó develada cuando la locutora la presentó como Marcela Losardo, Secretaria de Justicia de la Nación.
Dialoguitos. Mientras el presidente de la Corte Suprema de Justicia Enrique Petracchi leía su discurso de apertura sobre derechos humanos, su colega Juan Carlos Maqueda y el ministro de Justicia Alberto Iribarne intercambiaban pequeños dialoguitos y sonrisas. Antes de Petracchi, había hablado Iribarne y dijo ser amigo de Maqueda. Por su parte, el gobernador de Santa Fe miraba la hora ¿aburrido o retrasado para otro compromiso? Por el discurso de Petracchi, seguro que no fue el único de los presentes en mirar el reloj.
¿Dra.....? El viernes a la noche los jueces de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti y Carmen Argibay dieron una conferencia de prensa para exponer las conclusiones del congreso. Como sólo hablaron de ese tema, cuando terminó la conferencia un periodista local se le acercó a Argibay y le dijo “Dra. Highton......”. Argibay le contestó que no era quien creía ser y en broma dijo que “la doctora Highton no estaría muy contenta con la comparación”.
Del dicho al hecho hay mucho trecho. En los papeles la relación de los jueces con los medios de comunicación ocupó un lugar central en la declaración final del cónclave, decidiéndose la creación de un centro de prensa que concentre información y apoye a los jueces en su a veces conflictiva relación con los medios. Sin embargo, en la práctica, se notó cierta incomodidad cuando a una de las más importantes plumas de judiciales, Adrián Ventura de La Nación, le cerraron la puerta en la cara y no pudo entrar a los debates de la convención. El no acceso de la prensa a los paneles fue una decisión de los organizadores que había sido avisada a los periodistas cuando se acreditaron durante los días previos. “A cualquier cronista, por abogado que sea, y aunque pertenezca a un medio importante, le caben las generales de la ley”, se escuchó decir. Según explicaron se trataba de ”sentirse libres para hablar con tranquilidad”, sin embargo Ventura se enojó y lo plasmó en su artículo del sábado en el diario. Si el asunto era mejorar la relación con la prensa, en el primer intento les salió el tiro por la culata.
Pepé pepepé pé. El viernes a la tarde una chica le repartió a los jueces invitaciones para Mística, un club nocturno de shows eróticos y fiestas privadas. Varios magistrados, ante su sorpresa, devolvían cordialmente la invitación pero otros sonreían y la guardaban en su saco. Como la tarjeta garantizaba “absoluta reserva”, tal vez Mística tuvo su noche judicial.
ESQUIVANDO A LO MATRIX. Curiosa paradoja del perfil del juez. Recato y prudencia son entre otras dos de las condiciones que tradicionalmente se pondera en un juez. Pero los tiempos modernos parecen imponer otros ritmos, sobre todo en el área penal. Esa difusa zona de amenazas legales y condenas en ciernes que muchas veces son atizadas por intereses políticos o comerciales. Ese afán interesado de hacer justicia muchas veces tiene al juez en el medio de la pelotera y por supuesto con recato y prudencia no alcanza para mantenerse a flote. La paradoja está en que cuando esas situaciones tienen como protagonista a un juez al que poco le cuesta hacerse el loco, los factores de presión son los que terminan mostrándose más prudentes y el juez queda inmunizado de los ataques que puede recibir simplemente por estar parado en el medio. Esa imagen de “impredecible” le sirve para que los demás no den un paso en falso. Mientras tanto, el juez silencioso y recatado, que solamente habla a través de sus fallos y no contesta los ataques, tal como aconseja el manual, sufre en silencio cosas que ya resignadamente considera gajes del oficio. El riesgo que encierra esta postura a la antigua, hace que varios jueces por no querer lola, terminan aflojando a las presiones de los que están en el proceso, de los medios (a veces lubricados por las partes) y de los que están arriba. Abogados mediáticos que no siempre ponen en claro que intereses representan y sacan chapa de adalides de la justicia sin aclarar quién solventa el patrocinio, también le suman a veces un factor exógeno de presión que es tolerado en silencio, como parte de las nuevas reglas de juego que todavía no se sabe quien escribió. Así, cafecito de por medio, los jueces de todo el país iban encontrando coincidencias en las disonancias del sistema. Jueces más experimentados les sugerían a los más novatos –con mucha presencia en el evento- que sólo se puede esperar para el futuro un in crescendo en toda esta modalidad. Y que para ser juez, además de dar un muy buen examen ante los consejos de la magistratura, lo que hay que entrenar es la cintura.
LA ERA K. Quién puede negar a esta altura que los Derechos Humanos están en pleno auge en la Argentina. Palabras como dictadura, golpe militar, tortura e indulto, muchas de las cuales todavía duelen, están en nuestros oídos varias veces al día. Y en buena hora que así sea, desde ya. Lo interesante para analizar en este lugar es que esta suerte de moda, que vino de la mano de Néstor Kirchner, y explotó con el 30 aniversario del golpe militar de 1976, tuvo un efecto casi imperceptible en nuestra bendita Justicia. El mejor argumento de la actualidad para desprestigiar a un juez o miembro de la Justicia es vincularlo a la dictadura. En una misma semana, en cuatro lugares distintos, y bajo circunstancias muy disímiles, hubo denuncias contra jueces o ex magistrados por su supuesta vinculación con el Proceso. En Neuquén, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y una ONG hicieron una presentación ante el Superior Tribunal de Justicia local, para pedir la renuncia del juez Mario Arturo Robbio, miembro de ese cuerpo, por su desempeño durante la última dictadura militar. En Chaco, al mismo tiempo, el piquetero Raúl Castells, que afronta un juicio por supuesta extorsión, denunció públicamente que dos de los cinco miembros que forman el Superior Tribunal local “fueron puestos por la dictadura militar”. Castells mostró documentación sobre los jueces y aseguró que ambos “juraron por los objetivos y el estatuto del proceso de reorganización nacional”. Y en Catamarca, el Colegio de Abogados solicitó a la Legislatura provincial que se impida a los jueces designados durante la última dictadura militar, ocupar cargos de magistrados. Mientras tanto, en Buenos Aires, un ex miembro de la Justicia y actual candidato a presidir la UBA, Atilio Alterini, fue el centro de las miradas -durante toda la semana- por las denuncias sobre su participación dentro de los cuadros jurídicos del gobierno militar. Mediante la pegatina de afiches que merced a un foto montaje lo mostraba como uniformado, la disputa por la jefatura de la UBA transitó carriles antes poco visitados. El inventario sobre los jueces y funcionarios que ejercieron su magistratura durante el proceso bajo la promesa de fidelidad a los Estatutos, es una cuenta pendiente que la democracia siempre eludió en pos de la estabilidad de las instituciones. Pero como ahora todo está bajo revisión, quizás se generen nuevas vacantes. Las cámaras nacionales y federales con Casación incluida seguramente no estarán lejos de la mirada K.