Hussein fue condenado el 5 de noviembre pasado por un tribunal especial para crímenes, genocidio y delitos contra la humanidad creado por las autoridades estadounidenses luego de la ocupación de Irak. Se lo encontró responsable de la matanza de 148 shiítas en 1982 en Duyail, al norte de la capital del país, Bagdad, y se lo condenó a morir en la horca.
Junto al ex presidente, también fueron condenados a la pena máxima su hermanastro, a cargo de los servicios de inteligencia de Irak, Barzan al Tikriti, y el presidente Del Tribunal encargado de ordenar las ejecuciones, Awad Ahmed al Bandar. Por su parte, otros cuatro ex colaboradores fueron sentenciados a 15 años de prisión y cadena perpetua.
El juicio contra el dictador duró tres años y medio y se desarrolló en un marco de muertes y escándalos. Fue suspendido tres veces, fueron asesinados abogados defensores y se atentó contra la vida de los jueces.
aAhora un tribunal de apelaciones confirmó las condenas contra Hussein y el resto de los funcionarios. La legislación de Irak establece que la pena máxima debe aplicarse dentro de los 30 días posteriores a la confirmación de la resolución. Previamente debe ser firmada por el presidente de ese país, Jalal Talaban.
La ejecución puede llevarse a cabo en cualquier momento dentro de los 30 días. Luego del juicio, Hussein había pedido que la pena sea aplicada por fusilamiento y no en la horca. “Larga vida a Irak, larga vida a la gente de Irak, maldito sean los traidores, malditos sean usted [uno de los magistrados] y el Tribunal”, dijo el dictador luego de escuchar el veredicto.
El veredicto había llegado directamente al tribunal superior ya que la apelación es automática por tratarse de una pena capital y no había plazos para que los jueces se expidan sobre su confirmación o rechazo.
Durante el juicio, una de las pruebas contra Hussein fue la pericia caligráfica realizada sobre documentos que comprometían al acusado, la cual indicó que fueron firmados de puño y letra por el dictador.