17 de Julio de 2024
Edicion 7007 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 18/07/2024

"A medida que se asciende en la pirámide es donde va habiendo más varones que mujeres"

Susana Medina de Rizzo

Presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina y magistrada del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos.

 
Las mujeres han logrado en los últimos tiempos ganarse un lugar en los cargos más altos del Poder Judicial. El ejemplo de eso es la asunción en la Corte Suprema de Justicia de la Nación de Carmen Arbigay y Elena Highton de Nolasco. Sin embargo, la igualdad de género en los tribunales está lejos de concretarse.

“A medida que se asciende en la pirámide es donde va habiendo más varones que mujeres y de hecho llegan al último grado, que es el Superior Tribunal o la Corte provincial, más hombres”, dice la jueza del Máximo Tribunal de Entre Ríos y nueva presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina (AMJA), Susana Medina de Rizzo.

Electa presidenta de la entidad a fines de marzo y con mandato hasta fines de 2011, Medina de Rizzo integra un tribunal que se diferencia de otros: las Cortes Supremas de Entre Ríos y Córdoba son las únicas del país que tiene tres mujeres entre sus integrantes, el mayor número de mujeres en un alto tribunal.

“También hay diferencias en los fueros. Hay muchas mujeres en el fuero de familia, menores, civil, que a lo mejor en laboral o penal donde se cree que han sido reservado casi exclusivamente a los hombres y recién ahora tenemos más mujeres”, sostiene Medina de Rizzo que fue defensora oficial, fiscal, y juez de instrucción en su provincia.

En diálogo con Diariojudicial.com la flamante titular de AMJA afirma que “durante mucho tiempo” hubo diferencias entre hombres y mujeres justiciables cuando se debían resolver sus problemas. “Cuando yo llegue al Poder Judicial, hace 20 años, la diferencia era notoria y muy grande. Ahora, progresivamente esto ha ido cambiando gracias a la tarea de información, de sensibilización que por ejemplo ha hecho AMJA y lo ha hecho bien en todo el país”, explica.

La magistrada también habla en este reportaje sobre los problemas que AMJA ve en el Poder Judicial, el tratamiento que en los tribunales se hace de situaciones de violencia y abusos que sufren las mujeres, y de cómo los hombres aceptan la llegada del género femenino a la Justicia. “Ellos se dan cuenta que las mujeres y sus derechos están siendo cada vez más reconocidos y no les queda otra que aceptarnos”, dice entre risas.

¿Hay diferencias en el tratamiento que hace la justicia cuando quien acude es una mujer o un hombre como justiciable?

No creo que haya diferencias. Ahora, cuando era juez de instrucción y las mujeres tenían que hacer una denuncia por violencia familiar, violación, abuso deshonesto, por alimento, tenencia de hijos, esperaban a que yo estuviera de turno, y era la única mujer en instrucción porque se sentían tal vez más acompañadas por una mujer o se sentían más cómodas al explicar determinadas cuestiones en los delitos contra la honestidad que si estuvieran frente a un hombre. Tal vez alguna diferencia, no desde el Poder Judicial hacia la justiciables, pero sí que las justiciables se sientan más cómodas cuando están frente a una mujer en determinados momentos que no son fáciles como por ejemplo que el marido la golpea, la abusa, que no le pasa alimentos. La relación interpersonal que se crea entre la justiciable y la juez o la funcionaria o las empleadas del juzgado es otra, más llana, más tranquila, más directa que si llega a un organismo donde son todos hombres.

En su experiencia a la hora de resolver causas, ¿tampoco hay diferencias cuando el imputado es una mujer o un hombre?

No. Durante mucho tiempo sí. Cuando yo llegue al Poder Judicial, hace 20 años, la diferencia era notoria y muy grande. Ahora, progresivamente esto ha ido cambiando gracias a la tarea de información, de sensibilización que por ejemplo ha hecho AMJA y lo ha hecho bien en todo el país.

¿Cuáles eran esas grandes diferencias que había hace 20 años?

Por ejemplo, que llegara una mujer a hacer una denuncia por violencia familiar y directamente ni era escuchada. Primero la mujer no hacía la denuncia y si se atrevía a hacerla tal vez no era escuchada o las causas eran reservadas, le restaban importancia y así después tuvimos resultados lamentables, doloroso y trágicos con muertes de tantas mujeres a causa de la violencia familiar. Y sigue habiendo hoy. Pero hoy creo que la mujer se anima más a hacer la denuncia, tiene más información, está más concientizada.

En lo últimos tiempos hubo un cambio en el acceso de la mujer a puestos altos en la Justicia, como el caso de las juezas de la Corte Suprema Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco. Pero también se eligió como presidenta de la Nación. ¿A qué atribuye la llegada de la mujer a lugares que antes no tenía y en particular porque cree que ese cambio se dio en la Justicia?

Creo que es debido al trabajo que ha venido desarrollando la mujer desde hace mucho tiempo. Y eso se puede trasladar a todos los poderes, el Ejecutivo y el Legislativo.

No todas las Cortes Suprema del país están integradas por mujeres, donde los hombres siguen siendo amplia mayoría. ¿Eso también ocurre en los cargos inferiores?

Eso se invierte. En las primeras instancias, hay más mujeres que varones. Y hay más empleadas que magistradas y funcionarias. A medida que se asciende en la pirámide es donde va habiendo más varones que mujeres y de hecho llegan al último grado, que es el Superior Tribunal o la Corte provincial, más hombres. También hay diferencias en los fueros. Hay muchas mujeres en el fuero de familia, menores, civil, que a lo mejor en laboral o penal donde se cree que han sido reservado casi exclusivamente a los hombres y recién ahora tenemos más mujeres.

¿Por qué cree que se da esta diferencia en el escalafón de cargos?

Creo que es una cultura que viene desde siglos y que ha costado revertir y recién desde hace 20 años a esta fecha se está modificando y en los últimos años hemos visto con la incorporación de dos mujeres a la Corte como ha cambiado notoriamente y muchas de nosotras seguimos ese camino.

Los jueces hombres aceptan la llegada de la mujer a los altos cargos en la Justicia. ¿Lo hacen convencidos o porque no les queda otra?

(Risas) Un poco y un poco. No hay una resistencia manifiesta, obviamente. Pero ellos se dan cuenta que las mujeres y sus derechos están siendo cada vez más reconocidos y no les queda otra que aceptarnos (risas).

¿La Justicia es un ambiente machista?

No le diría que es un ambiente machista. Pero que nos ha costado, sí. Fíjese. Cuando fui agente fiscal, era la única mujer; después fui la única juez de instrucción mujer; cuando llegue a la Escuela de Policía, donde fui profesora, los alumnos eran todos hombres y hoy hay mujeres y en el cuerpo de profesores éramos tres mujeres y el resto todos hombres. No es que encontramos una resistencia manifiesta pero evidentemente nos hemos ido haciendo camino las mujeres y este es el resultado que tenemos hoy y falta mucho por hacer

¿Cómo es la situación a nivel mundial?

Hay países que están sumamente relegados donde la mujer directamente no tiene voz ni derechos y que les falta todavía avanzar mucho en la legislación aunque con la jurisprudencia están obteniendo un cambio en la legislación, como por ejemplo los países africanos, algunos de Asia. Tenemos la misma problemática en todo el mundo, ahora hay países que están más avanzados que nosotros en cuanto al reconocimiento de los derechos de las mujeres, hay otros que están más atrasados, como los africanos, donde falta el reconocimiento amplio de los derechos de las mujeres. Pero hay muchas mujeres jueces con mucho tesón, que se destacan por su actividad jurisdiccional, y con la jurisprudencia de sus tribunales están operando un verdadero cambio de lo que significa el respeto a la equidad de género, la no violencia contra la mujer y los niños, que es un drama a nivel mundial.

La violencia familiar es un tema que siempre es tratado por las juezas. ¿Hay algunos temas que los hombres en la función judicial no saben abordar de manera correcta?

Lo hacen de una manera diferente con una sensibilidad diferente. Y eso es lo que enrique los tribunales mixtos porque los hombres tienen una sensibilidad diferente a la nuestra. Son, tal vez, más racionales y nosotras somos más viscerales. Eso hace que una resolución se aproxime a lo que el justiciable está necesitando, es decir que sea lo más justa posible. Las dos visiones se complementan y son necesarias.

¿Cuál es la visión de la AMJA de los mayores problemas que hoy tiene el Poder Judicial?

Un problema que a mi me preocupa, y que lo manifestó la doctora Carmen Argibay, es la comunicación: que la gente, que es la destinataria de nuestras decisiones, entienda, y en esto tienen que ver mucho los medios de comunicación, el porque de la resolución que ha tomado el juez. Los jueces, que ejercemos una cuota importante de poder, siempre digo somos doblemente responsables, tanto por nosotros mismos y por los demás, sobre todo por los que menos tienen, por los más vulnerables, los más débiles, los más pobres. Y entre los más vulnerables y los más débiles están las mujeres, los niños y los ancianos. El otro tema es seguir trabajando en la promoción y defensa de los derechos humanos y en erradicación de la violencia contra la mujer y contra los niños. Esa violencia no se da solamente, como se puede creer, en los ambientes más pobres, sino en los ricos y en los de clase media también. Otro de los temas es facilitar el acceso a la Justicia haciendo más comprensible el derecho. Primero que la gente conozca cuáles son sus derechos, cómo y donde ejercerlos y después con un lenguaje llano y sencillo facilitarle el acceso y aunque haya salido perdidoso de la cuestión lo haya entendido. El entendiendo le va a traer paz.

Para solucionar estos problemas, además de una solución judicial debe haber políticas públicas sociales para que las situaciones de violencia nunca se generen. ¿El Poder Judicial puede ayudar a eso?

La Justicia puede ayudar teniendo canales de diálogo con otros sectores, interrelacionándose con los organismos que pertenecen a los poderes ejecutivo y legislativo. Hay una cuestión muy importante que es el dialogo. Solamente a través del diálogo sincero, franco, sin eufemismo y con claridad con los otros sectores vamos a poder llegar a saber que podemos aportar para tratar de solucionarse los problemas a la gente. Nosotros somos un servicio y debemos ser servidores públicos. Debemos entender al poder como un servicio a la comunidad. El justiciable tiene que saber que viene a ver a un juez, ese juez lo va a escuchar y va a tratar de poner todos los medios a su alcance para resolverle con justicia el caso que le somete a su conocimiento.

¿Por qué cree que hay tanta crítica de la gente a la Justicia?

Creo que por desconocimiento, tal vez por falta de información, de dialogo. Pero en eso estamos trabajando en Entre Ríos donde estamos llevando a cabo un programa que se llama “La Justicia va a los barrios”. Una vez por mes los jueces sacan su despacho y lo trasladan al barrio y ahí atienden a la gente y lo hacen de una manera sencilla y llana y la gente se va muy conforme porque ve trabajar a los jueces en su lugar. También estamos llevando adelante el programa de la oficina rural móvil donde la gente tiene serias dificultares para llegar al centro de la ciudad. La jueza, la defensora y los empleados salen y van a la oficina rural que la establecen una vez en una escuela, otra vez en un centro de salud o en una comisaría. ¿Y cómo se entera la gente? Lo hacemos a través del correo rural. La gente escucha la radio y como si fuera una propaganda le avisamos el día, la hora y donde va a atender la jueza. Y próximamente estamos en vías de instrumentar lo que se va a llamar la oficina flotante e itinerante que va a ser en todo el sector islas. Un ciudadano de la isla para llegar al juzgado de paz a veces tiene que hacer ocho horas de lancha.



martín angulo / dju
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