El magistrado le dio la razón a la empresa farmacéutica estadounidense Lilly Icos, que sostuvo que el derecho de monopolio de Pfizer no era válido e impedía que otras compañías investigaran en ese campo. En ese sentido, Laddie dictaminó que la patente de 1993 era "obviamente inválida" al explicar que el conocimiento científico en el que se basaba era en ese entonces de dominio público.
En el debate de argumentos, centrado en la patente europea sobre el sildenafilcitrato, el componente activo del Viagra, mientras Pfizer sostenía que las milagrosas pastillas azules eran producto de su trabajo de investigación, Lilly Icos alegaba que la patente resultaba ser un "obstáculo insalvable" para la búsqueda de su propia solución contra la impotencia.
Las medidas probatorias de mayor trascendencia fueron tres estudios de equipos de investigación distintos que habían sido publicados con anterioridad a 1993 y que se referían a las virtudes de lo que luego sería el componente activo del Viagra. Pfizer, en cambio, aseguró que el descubrimiento de los efectos del sildenafilcitrato había sido "de manera inesperada", mientras se investigaban sus potenciales usos en otros tratamientos médicos.
Según el juez Laddie, fueron quienes realizaron los estudios previos y no los científicos de Pfizer "quienes descubrieron los datos básicos", y dijo además que "cualquiera que supiera del tema hubiese podido desarrollar el medicamento con los tres estudios".
Una vez que las partes hayan analizado el contenido de la sentencia, el magistrado determinará una audiencia para que las dos empresas traten cuestiones como las costas del juicio y la posibilidad de una apelación.