El ministro de la Corte Suprema le envió una misiva al Papa Francisco en respuesta de la comunicación que el Sumo Pontífice le cursó a las asociaciones de derecho penal. Zaffaroni consideró el mensaje como “oportuno” porque “asistimos a un progresivo desbaratamiento de los limites al poder punitivo represivo y controlador de los estados”.
Eugenio Raúl Zaffaroni, ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y en carácter de Secretario Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología (ALPEC), agradeció a través de una carta la misiva que el Papa Francisco enviara días atrás a la ALPEC y a la Asociación Internacional de Derecho Penal (AIDP).
En su contestación, enviada desde la ciudad alemana de Frankfurt, el jurista informó que en carácter de vicepresidente de la AIDP, también trasladó la carta enviada por la cabeza de la Iglesia Católica al presidente de la misma, el Profesor Dr. José Luis de la Cuesta.
“El mensaje de S.S. llega a los penalistas en momentos especialmente críticos, en especial en nuestra región, que sufre diferentes niveles de violencia que, sean bajos o altos, sólo parecen interesar como objeto de manipulación mediática, en pos de un fin único: agravar penas, inventar tipos penales nuevos frente a cada problema social y, en el fondo, consolidar la idolatría del poder punitivo, cuya ilusoria omnipotencia explotan los políticos inescrupulosos y rinde a los gobiernos, con el consiguiente peligro para las estructuras institucionales democráticas de los estados”, afirmó Zaffaroni al inicio.
También recordó que en 1953 el Papa Pio XII “dirigió una histórica alocución a los asistentes al Congreso de Roma de la AIDP, refiriéndose a las bases de un derecho penal internacional y reafirmando que todo derecho penal debe ser de culpabilidad”, lo que, según el firmante, “implicaba un llamado de alerta frente a la subsistencia de la peligrosidad, como concepto burdamente reduccionista y de raíces racistas”.
El juez equiparó ese hecho con el mensaje enviado por el Sumo Pontífice, para luego expresar su preocupación porque no se ha archivado suficientemente “la vieja idea de peligrosidad ni el derecho penal de autor”, sino que, por el contrario, se está asistiendo “a un progresivo desbaratamiento de los limites al poder punitivo represivo y controlador de los estados, con el resultado de una creciente victimización de los más humildes y de los excluidos y una reducción de los espacios de libertad y privacidad de todos los habitantes”.
“Con dolor –y en verdad también con indignación- asistimos los penalistas y criminólogos a la demolición de los límites al poder punitivo de los estados trabajosamente construidos a lo largo de la historia, a partir de las experiencias de sangre y sufrimiento de millones de víctimas”, manifestó el miembro de la Corte, todas ellas “recogidas y elaboradas por nuestra ‘dolorosa scienza dei delitti e delle pene’”, o en su traducción al español, “dolorosa ciencia del delito y de las penas”.
Para Zaffaroni, el mensaje de Jorge Bergoglio “no podía haber sido más oportuno”, y se sintió reconfortado por el hecho de que el vicario haya advertido con claridad “ la necesidad de prudencia en el uso de la pena”.
“Creo leer en las palabras de S.S. una renovación y actualización de la admonición de ‘cautela’ en el uso del poder punitivo, que hace cuatro siglos, contra los poderosos de su tiempo -y con riesgo de su vida-, formulara el poeta jesuita alemán Friedrich Spee”, subrayó el magistrado, para luego solicitarle a Francisco “que tenga a bien aceptar, por mi humilde intermedio, el más profundo y sincero agradecimiento de la ALPEC, por el honor que nos dispensa con su valiosa y valiente Carta”.
A modo de despedida, y tal como lo hace el Papa en sus comunicaciones, Zaffaroni aseguró que iba a rezar “en la forma en que lo pide”, “con el ruego de que S.S. no deje de hacerlo por los penalistas y criminólogos de nuestra región, a quienes también buena falta nos hace”.