Rhom, cuyo banco se benefició con la colocación de títulos de la deuda externa durante la gestión económica de Domingo Cavallo y llegó a sentar a una mesa a Carlos Menem, George Bush y Fernando de la Rúa, estuvo sospechado de ser el arquitecto financiero de la ruta del dinero que CCR SA pagó a ex directores del Banco Nación para que IBM se beneficiara con un contrato de $ 249 millones. Esos pagos ascendieron a $ 21 millones y para Bagnasco forma parte de una coima gigantesca. Sin embargo consideró que no existen pruebas para responsabilizar por ello al presidente del BGN y con él coincidió Riva Aramayo.
Pero el fiscal Moldes, ex secretario de Población durante la gestión de José Luis Manzano en el ministerio del Interior, no estuvo -al principio- de acuerdo con el polémico sobreseimiento. Presentó un recurso de Casación ante la Sala I que ésta rechazó sin más trámite y cuando medio tribunales esperaba que fuera en queja a la Cámara de Casación dejó caer el recurso, originando múltiples versiones tanto en ese fuero como el mercado financiero donde Rhom es ampliamente conocido.
La hoja de ruta de la coima de CCR SA nace en el BGN y se bifurca hacia bancos norteamericanos, suizos, luxemburgueses y uruguayos. Una parte del dinero -u$s 8,9 millones- fueron a parar al Bruxelles Lambert Banque de Ginebra luego de triangular por el Credit Suisse y el Citibank de Nueva York. Desde el banco ginebrino pero de capitales belgas, otra parte del dinero fue el Edmond Rotschild Private Bank de Luxemburgo y desde allí volvió a redistribuirse al MTB Bank de Nueva York desde donde salió una partida al Federal Bank y a las sucursales en Zurich del Citibank y de la Unión de Bancos Suizos (UBS).
Estas dos últimas cuentas pertenecerían a los hermanos Aldo y Mario Dadone que fueron presidente y director, respectivamente, del Nación y Walter De Fortuna, ex administrador de la Aduana, también durante la gestión Cavallo. Pero de las dos la que más preocupa es la de De Fortuna porque al juez suizo Michel Graber se le ocurrió mandar todo el movimiento de esa cuenta y no sólo la parte que compromete al ex director de la DGI, Hugo Gaggero -otro hombre de Cavallo- sino a toda la Fundación Mediterránea, el organismo clave que posibilitó el ascenso político del ex ministro de Economía. Por eso se hacen ingentes esfuerzos para que tanto el Tribunal de Apelaciones del Cantón de Ginebra como la Corte Federal de Justicia de la Confederación Helvética no mande todo ese movimiento financiero a Buenos Aires.
Recién a fín de año se sabrá si en la causa IBM-Banco Nación puede conocerse en su totalidad en nuestro país, pero para ese entonces, Rhom, cuyo principal socio en la colocación de títulos de la deuda fue David Muldford, presidente del First Boston Bank, ya estará totalmente liberado de una investigación tan molesta. Tan liberado como los dos ejecutivos norteamericanos de IBM: Esteve Lew y Peter Rowley, a quienes la justicia norteameicana protege ostensiblemente. Tampoco irán a juicio en la Argentina y mucho menos en su país, los brasileños Marzio Kaiser y Robelí Libero, quienes también sirvieron a la multinacional de las computadoras.