, penas de nosotros". Como un remedo deltradicional dicho campero bonaerense se traducen las responsabilidades por los errores cometidos en el escrutinio. No todas las culpas son de la informática, sino que hubo -a criterio de los entendidos- una gran improvisación por partedel Superior Tribunal de Justicia porteño, convertido en Junta Electoral, exponiéndose a una lluvia de criticas que no le hacen bien a quien quiere ser cabeza de uno de los Poderes Judiciales más importantes del país si es que se concreta la transferencia de jueces nacionales al ámbito de la ciudad. Es ciertoque hubo gran ausentismo de autoridades de mesa, pero no se contaron con los fiscales electorales -en otras ocasiones se han distribuido mas de 150 personas cada una con un celularpara solucionar problemas- que debieron haber asesorado convenientemente a los vecinos que se convocaba de apuro para ejercer de improvisados presidentes de mesa. A eso se le suma,la complicada impresión de los telegramas -en definitiva los centésimos fueron los que trabaron el sistema- que mereció unaobjeción de los funcionarios del Correo -hombres y mujeres duchos en estas cuestiones- pero no fue escuchada por confundidos colaboradores de segundo nivel del Superior Tribunal que luego salieron a culpar a los periodistas, como unanodino doctor Caramelo.
hugo morales / dju
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