Tradicional de generoso periodista que suele agasajar periódicamente a miembros de la familia judicial, tuvo lugar el último día jueves en su residencia capitalina. Inevitable, el tema del Senado se entrecruzaba entre las porciones del tierno costillar y las copas del interesante malbec, a tal punto que la romántica historia de una jueza penal a quien el amor parece haber golpeado nuevamente a su puerta, pasó a un segundo plano. Así, el amor y los legisladores encontraron su punto de conexión en la historia que rodea la figura del fiscal del caso del momento, Eduardo Freiler. Los arabescos de la vida institucional hoy lo transforman en protagonista a este hombre venido desde Necochea de la mano de la hoy “señora de Freiler”, la jueza de Familia Marcela Perez Pardo, hija de la no menos famosa “Monona” Perez Pardo, quien a lo largo de muchos años de actuación en los niveles mas altos del Parlamento argentino, trabó amistad con muchos de los que hoy tienen una agitada agenda provocada por el dedo acusador de su yerno, el eficiente fiscal.
dju / dju
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