C) INVESTIGACIÓN

Aparte de la denuncia que los consejeros Eduardo Orio y Juan Gersenobitz formularon ante el Consejo de la Magistratura para que el juez Carlos Liporaci aclare sus movimientos patrimoniales-financieros que le permitieron acceder a la compra de su casa en las afueras de la ciudad, al magistrado le hicieron otra en sede penal. Como se trata de un juez federal, el fuero competente no puede ser otro que aquel al cual pertenece. Esa familiaridad generó que el fiscal Carlos Cearras, a quien el juez Gabriel Cavallo delegó la instrucción del sumario, se haya excusado –en un tiempo fue Secretario del juzgado de Liporaci-. Pero por otra parte reavivó un viejo enfrentamiento que puede poner en riesgo el equilibrio procesal de esta causa, ya que es todo un secreto a voces que los colegas Liporaci-Cavallo sólo tiene en común el edificio en el que trabajan. Por eso todas las miradas ahora se dirigen hacia la figura Pablo Rechini, el fiscal que deberá instruir la causa por presunto enriquecimiento ilícito contra el juez que investiga los presuntos sobornos en el Senado. Sin duda es el expediente más importante que llega a manos del fiscal, quien es hijo del abogado Francisco “Pancho” Rechini. Cuenta la anécdota que una vez que le consultaran a este letrado acerca de cual es su secreto para tener siempre una buena “entrada” en los tribunales del foro local, respondió: “lo mío son las mediaslunas”. Esperemos que su hijo no termine a los “tortazos”.

dju / dju