Con la clase digna de un Houdini o, más modernamente, del popular David Coperfield,el preso simuló una descompostura estomacal, hizo gestos de vomitar llevándose las manos a la cara, se echó saliva en las manos, y logró zafarse de las esposas para huir corriendo por las calles de Madrid.
Según la policía, Melquíades S.R. iba a ser juzgado hoy por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, acusado del delito de tráfico de drogas, por el que el Ministerio Fiscal había solicitado una pena de nueve años y medio de prisión, cuando se escurrió frente a las escalinatas de la sede judicial, en la calle Santiago de Compostela de la capital española.
Los agentes de la Guardia Civil no se rindieron fácilmente. Uno de ellos lo persiguió por la calle, lo alcanzó y pudo agarrarlo del abrigo. Pero Melquíades –que casualmente comparte nombre con aquel mágico personaje de Cien años de soledad, el libro del también colombiano Gabriel García Márquez- se deshizo de la prenda y siguió su huida.
El abogado del fugado, Ignacio Javier Encabo, explicó a la prensa española que su defendido no pudo haber planeado el escape con anterioridad con ayuda de nadie. “No tiene contactos en España, ni dinero ni pasaporte”, aseguró el representante legal.
Melquiades S.R. había sido detenido el pasado 1 de junio en el aeropuerto de Barajas, en los alrededores de Madrid, cuando trataba de introducir en España 93 bolas de cocaína ocultas en el interior de su organismo. Desde su aprensión, estaba alojado en el Centro Penitenciario Madrid 3, en Valdemoro.