Si bien este hecho no está hasta el momento relacionado con el ataque explosivo cometido el 18 de julio de 1994 contra la sede de la AMIA, aun persisten puntos oscuros respecto de la presencia de algunos de los integrantes del grupo en las inmediaciones de Pasteur y Corrientes el día del atentado.
Algunos de los sospechosos se encontraban en un bar de la zona y una ambulancia que luego se comprobó pertenecía a quienes se identificó como militares “carapintadas” retiró heridos del lugar tras la explosión, tal como quedó registrado por un aficionado.
Las investigaciones se iniciaron a partir de la denuncia efectuada por una testigo quien refirió sobre la existencia de un grupo de carapintadas que vendía armas y que se habría mostrado muy preocupado luego de la voladura de la AMIA.
El juez Galeano dispuso intervenciones telefónicas y designó un agente encubierto quien se relacionó con la organización requiriendo la compra de armas.
En un paso posterior, el falso comprador se interesó por la adquisición de explosivos similares a los que se usó para armar el coche bomba que impactó contra el frente del edificio de Pasteur 633, pero al no alcanzarse los resultados esperados se dispuso realizar los allanamientos que culminaron con la detención de los militares.
Galeano procesó por asociación ilícita y acopio de armas de guerra a Jorge Orlando Pacifico, Juan Carlos Coppe, Ricardo Villarino, Miguel Angel Lovera, Raúl Eduardo Salomone, Luis Gilberto Rodríguez, Haroldo Pérez, Luis Mansilla, Carlos Manuel Brites, Luis Alberto Pereyra y Tomas Alberto Saldivia, a quienes les dictó la falta de mérito por su participación en el atentado a la AMIA.