En el interior del nuevo edificio de Pasteur 633 no había alarma, pero el dolor parecía revivir desde las heridas que no han cerrado.
Un equipo periodístico de Diario Judicial que en esos momentos estaba coordinando en la DAIA los pormenores de la cobertura del juicio oral y público que va a llevarse a cabo a partir del 24 de septiembre, vio interrumpida su labor en innumerables oportunidades por llamados telefónicos alertando sobre lo que estaba sucediendo en esos momentos en los Estados Unidos.
Los directivos de ambas entidades siguieron y dieron directivas precisas para desalojar en orden al personal que a esa hora seguía -también a través de las pantallas de televisión- los sucesos de los Estados Unidos, mientras comenzaban a llegar los primeros equipos de distintos medios que intentaban obtener las repercusiones de la dirigencia judía ante los terribles atentados que, según las primeras estimaciones, costaron la vida a más de diez mil personas. Por su parte, la dirigencia de la DAIA informó que se encuentra en estado de sesión permanente.
El panorama del mundo y la proyección que estos hechos que con seguridad cambiarán el escenario internacional, se producen a menos de un mes del inicio del juicio histórico contra los acusados de ser participes necesarios en la voladura de la AMIA que ocasionó 85 muertos y centenares de heridos.
A partir de ese hecho y el antecedente de la voladura de la Embajada de Israel ocurrido dos años antes, los organismos de seguridad nunca dejaron de pensar en la posible comisión de un tercer atentado, en el entendimiento que el conflicto de Medio Oriente había ampliado su escenario a todo el mundo. Hoy ese vaticinio cierto se cumplió con el mismo grado de indefensión: tanto se puede utilizar una camioneta como coche bomba como varios aviones de línea plagados de pasajeros.
Como en aquellas dos oportunidades, los ojos de las investigaciones apuntaron al fundamentalismo islámico, pero la primera sensación fue el desconcierto.
El juez que investiga el atentado a la AMIA, Juan José Galeano, siguió de cerca los sucesos en los Estados Unidos junto con decenas de funcionarios judiciales que se acercaron a un televisor instalado en la sala de Periodistas de los Tribunales de Comodoro Py 2002, cuando sin solución de continuidad se producían los hechos más graves que registra la historia de los Estados Unidos en su territorio. El presidente Fernando de la Rúa, en su mensaje de condolencia al pueblo y el gobierno norteamericano, no pudo eludir recordar que nuestro país fue blanco del terrorismo, que no discriminó a decenas de personas inocentes que nada tenían que ver con espíritu del fanatismo suicida.