Al declarar en el juicio que se le sigue a dos de sus supuestos agresores (un tercero permanece prófugo de la justicia), conmovido por el recuerdo del hecho, Salgueiro debió interrumpir su relato, luego de recordar que “la agresión cesó cuando ellos creyeron que estaba muerto, que habían cumplido su cometido”.
El declarante explicó que existe un nuevo emblema de los skinhead el que le produce un “rechazo total”. Cerca de ahí Orlando Romero Da Silva y Luciano Griguol, los dos acusados, escuchaban el relato. Fue en ese momento cuando el juez Guillermo Gordo, le pidió a Da Silva que se levante para que el declarante reconozca si la hebilla de su cinturón era el nuevo emblema mencionado, recibiendo una respuesta afirmativa de parte de Salgueiro.
En 1995, Salgueiro sufrió una agresión de parte de una veintena de skinhead o cabezas rapadas que al grito de “heil Hitler” lo insultaron y golpearon hasta dejarlo inconciente.
“Judío de mierda”, le habría gritado un joven acompañado por dos mujeres aquel 1 de julio en las cercanías de la esquina de Moldes y Olazábal del barrio de Belgrano, y luego le escupió los pies, lo que habría iniciado la pelea. Entonces, las mujeres fueron en busca de “refuerzos”.
Salgueiro, conocido en el barrio como “Gallego” o “Gaita”, relató que intentó escapar pero los “golpes, patadas, palazos y cadenazos” no se lo permitieron. También describió que trató de protegerse colocándose contra la pared y poniéndose en posición fetal. El último recuerdo de la pelea que tuvo la víctima fue una voz del agresor que indicaba a los demás que había “que comprar nafta para quemarlo”. Después, una patada en la sien lo dejó inconsciente.
También contó como aún hoy convive con las secuelas de aquel hecho doloroso por el que estuvo bajo tratamiento psicológico durante un año y por el que siguió recibiendo amenazas y persecuciones. “No pude conciliar el sueño por un año tratando de visualizar a los agresores”, aseguró.
El TOF- 5, conducido por los jueces Gordo, Guillermo Madueño y Luis Di Renzi, también escuchó los testimonios del médico del Hospital Pirovano que atendió a Salgueiro, José Luis Luppi, del kiosquero que trabajaba en la esquina donde fue la pelea, Rodrigo Pozo, el suboficial que le tomó la denuncia, Miguel Angel Ramírez y el sereno del garage donde se produjo el incidente, Angel Arias.
Pozo avaló los dichos de Salgueiro acerca de la existencia de la agresión sufrida, tanto física como verbal, y relató que la víctima se acercó muy ensangrentado al kiosco donde trabajaba, por lo que se asustó y decidió cerrar el negocio. De inmediato, llevó a Salgueiro al hospital. Cuando el tribunal le preguntó como definía el barrio en general al grupo de cabezas rapadas, el testigo contestó con una sola palabra: “Violentos”.