INCOGNITA. Es la que se cierne sobre que decidirá la cuestionada sala quinta del fuero en lo Contencioso Administrativo Federal sobre el amparo colectivo que presentó el defensor del pueblo de la Nación, Eduardo Mondino. El porqué de la duda, está dado en que varios jueces de ese fuero no ven con buenos ojos este tipo de amparos en cuestiones como el corralito, por considerar que en tales casos, los planteos siempre superan los derechos subjetivos de los reclamantes. Para esos magistrados este tipo de recursos corresponde más a sistemas como el de Estados Unidos, no como el de aquí, donde antes aparece el “sálvese quien pueda” y después el “protejámonos entre todos”. En ese sentido, los jueces apuntaron que, al contrario de lo que creen muchos amparistas esperanzados en que una vez que la justicia resuelva en forma favorable el amparo colectivo, podrán recuperar el dinero de manera inmediata, habría que bajar las expectativas haciendo hincapié en que el trámite no será tan fácil, ya que hay una multitud de particulares que están sustanciando causas en los distintos juzgados que corren en forma paralela a la causa de Mondino.
MEDIATICOS. Los actores vinculados con la justicia otrora respetados en forma reverencial hoy son criticados sin piedad (a veces con razón y otras no tanto), es por ello que más de uno cayó en las garras de la modernidad y se animó a contratar asesor de prensa. Uno de los más activos del rubro es Ariel Sujarchuk –el insistente-, que cuida con celo honores, reputación y fama de Atilio Alterini, Hugo Germano, Eduardo Orio, los fiscales de la causa Amia, entre otros. Con su fiel asistente Melina, el activo difusor de bondades ajenas lucha a brazo partido contra maliciosas versiones y silencios interesados. Los sufridos periodistas pueden atestiguarlo. En el frente judicial, el tema volverá a ser eje de polémica nuevamente cuando en noviembre haya elecciones en la Asociación de Magistrados. Allí va a resurgir el debate acerca de si los jueces (aquellos que hablan por sus fallos, según el adagio popular) deberían contar con un “speaker oficial” pagado por la asociación que los representa, para ayudarlos a sacar las castañas del fuego cuando sus decisiones entran en la vorágine de la opinión pública que no respeta ni códigos, ni doctrinas ni jurisprudencias (y menos investiduras). Hay arenas que no conviene que transiten los magistrados por cuestiones de decoro, pero más de uno empezó a sufrir aquello de “el que calla otorga”. El vocero de prensa, será una solución?
LLAMATIVAS. Las reacciones de algunos legisladores de la Ciudad hacia fin de semana, cuando se anoticiaron de la decisión del juez platense Julio Miralles –hijo de un veterano dirigente peronista que sufrió torturas bajo el régimen militar y que hasta hoy no recibió su debido reconocimiento- por la que habilitaba la instalación de las famosas “tragaperras” en los bingos capitalinos. El decreto que autoriza su funcionamiento fue firmado por el mismísimo Fernando de la Rúa y ya ha generado diversas controversias ante los tribunales. Pero lo que llama la atención, es que los legisladores más exaltados contra la medida judicial favorable a los empleados de los bingos, fueron dos de los que estuvieron más cerca de la gestión del ese lentísimo presidente. Tal es el caso de Jorge Enriquez, hombre surgido del riñón de De la Rúa y una de sus mejores espadas durante la gestión que lo catapultó a la presidencia, que ahora –tras la debacle de la UCR se presenta como líder de “Forja 2001”- se muestra como acérrimo opositor del decreto firmado por quien supo ser su mentor en la gestión pública. El otro ejemplo de fervor opositor es el del legislador Atilio Alimena. Ingresado por el partido Ación por la República, tras la caída de Domingo Cavallo, hoy se presenta como hombre del Partido Demócrata. Es que con De la Rúa fuera del poder –y de la política-, son pocos los que sienten vocación por defenderlo, así como cuando el ex todopoderoso ministro se incorporó a la gestión de la Alianza, ninguno de sus acólitos levantó la voz contra alguna de las medidas de gobierno que impulsó. Costo de oportunidad, le dicen.