A las ocho horas con catorce minutos de la mañana se comprobó que McVeigh había muerto. Así pasó a ser el primer prisionero federal ejecutado en Estados Unidos en 38 años. En Oklahoma City, unos 300 sobrevivientes y familiares de las víctimas del atentado se congregaron para presenciar la ejecución por circuito cerrado de televisión en transmisión enviada desde Terre Haute, la localidad del Estado de Indiana donde se hizo efectiva.
El día antes de su ejecución, sus abogados dijeron que el condenado lamentaba por los que habían sufrido pero que no se arrepentía de haber detonado una bomba poderosa en el edificio federal Alfred P. Murrah, considerado el peor acto de terrorismo en territorio estadounidense.
El protocolo de la Oficina Correccional federal al que tuvo acceso la prensa detalla cada paso de la ejecución, incluyendo los cuatro minutos que se otorgan al condenado para formular una declaración final, que Mc Veigh no utilizó. Aunque sí difundió una copia del poema "Invictus", de 1875, que concluye con los versos "Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma".
Entre los autorizados a presenciar la ejecución había representantes de 10 víctimas, 10 miembros de la prensa y los testigos personales de McVeigh: el abogado defensor Nathan Chambers, la ex miembro de la defensa Cate McCauley y el periodista Lou Michel, coautor de un reciente libro sobre McVeigh.
A pedido del condenado, ningún miembro de su familia fue a Terre Haute para la ejecución. Según trascendió, McVeigh se consideraba el vencedor en su guerra personal contra un gobierno al que aseguró que despreciaba.
Las autoridades de la prisión dijeron que el condecorado veterano de la Guerra del Golfo Pérsico pasó el día de ayer escribiendo cartas, durmiendo, viendo televisión y en reuniones con sus abogados.
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