20 de Diciembre de 2024
Edición 7117 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 23/12/2024

CONTENEDORES.

 
En la Argentina ya no quedan discusiones que no se tornen suceptibles de ser dirimidas ante un tribunal. Una costumbre criolla que va en creciente aumento. Uno de los casos que transitan los titulares de los diarios en estos días es el de los ya famosos contenedores solidarios, que provocaron un ríspido contrapunto entre la diplomacia norteamericana y el repentinamente belicoso director de aduanas, Mario Das Neves. Con el mar de fondo de los chicos desnutridos en Tucumán, salieron a batirse a duelo donantes y donatarios, en un episodio digno de Macondo. Unos piensan que la corrupción en la Argentina puede ser de tal magnitud que los funcionarios podrían haber llegado a adulterar el contenido de lo enviado para tapar sus propias ineficiencias, sin importarles un comino que se tratara de ayuda humanitaria. En la otra vereda está la posición de los que dicen que desde el exterior piensan que los argentinos estamos para el cachetazo. Mendigamos en forma lastimera para que el Fondo Monetario nos tire unos mangos, toleramos insultos y sacadas de cuero de cuanto presidente extranjero se refiera a la Argentina, y ahora la última: nos mandan cacerolas abolladas, ropa ensangrentada y remedios vencidos. Mientras tanto, por supuesto, hay un juez que ya tomó intervención. Se trata de Guillermo Tiscornia, a quien, aunque parezca mentira, nadie ha logrado sacarle aún una sola palabra sobre el tema. Sin embargo, esta columna pudo contactar a testigos privilegiados de todo este entuerto, quienes vieron con sus propios ojos qué era lo que salía de adentro del famoso contenedor. Se trata de los técnicos en fumigación de la empresa TKC, quienes fueron convocados para hacer la fumigación de rigor de la ropa enviada desde el país del norte. Los muchachos –que por tratarse de un pedido de Cáritas, habían donado sus honorarios- contaron incrédulos a Diario Judicial.com las cosas que iban saliendo de las bolsas. Lo que nadie ha develado hasta ahora es dónde está el acta de apertura de los precintos de origen, prueba de cargo fundamental para determinar si los pícaros están al norte o al sur del Río Colorado.

OCHO. Eran las cámaras que esperaban sobre la vereda de Comodoro Py 2002 el final de la sorpresiva presencia de Julio César Grassi en los tribunales federales. Todos los canales de cable y los de aire y varias radios -no se vio al multimedios estatal, Canal 7 y Radio Nacional, que prefirieron no cubrir- haciendo guardia para sacarle una nueva declaración al hombre que más minutos de aire se llevó, lejos, en los últimos días, luego que el jueves último la juez de Morón Mónica López Osornio le dictó el procesamiento en orden al delito de “abuso deshonesto agravado y reiterado”. ¿Para qué apareció Grassi en los tribunales federales? Se entrevistó con la juez María Servini de Cubría, en cuyo juzgado recayó una denuncia del mismo Grassi para que se investigue cómo apareció en la Dirección de Migraciones un formulario que daba cuenta de su ingreso al país en un vuelo procedente de Suiza, aunque el mismo cura lo niega y dice que en esa oportunidad sólo viajó a los Estados Unidos. A nivel judicial, la causa todavía no echó andar, porque los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado estudian formular o no requerimiento de instrucción. Pero este detalle pareció no importarle a los cronistas que esperaban ansiosos al jefe de la fundación “Felices los Niños” para sonsacarle más de lo mismo sobre el discurso que esbozó apenas abandonó el calabozo. Después de reiterar conceptos durante 10 minutos, el cura se fue manejando un utilitario Citroën, acorde a las circunstancias y más sencillo que las “cuatro por cuatro” que solía manejar cuando acaparaba la atención no por su situación penal sino por sus acciones en pos de los niños. En la caja del utilitario -donado por Citroën, tal como anunciaban visibles stickers en ambas puertas- se vió un almohadón con un dibujo infantil que pregonaba “para el padre Julio”, tal vez un regalo recibido luego de su liberación.

HARTOS. Están los jueces y funcionarios judiciales del Departamento judicial de Morón con la llegada del mediático padre Julio César Grassi a los tribunales de su jurisdicción. Sucede que, además de desatar una dura polémica entre dos canales de televisión, el tema sirvió para cuestionar el desempeño de ese departamento judicial del Gran Buenos Aires por parte de algunos medios periodísticos vinculados a la defensa del cura , ya que muchos no dudaban en comenzar sus notas con la muletilla: la “cuestionada justicia de Morón”. Esta moda de vapulear a la justicia cuando una resolución judicial no le cae simpática al multimedios de turno, provocó la respuesta de los magistrados, quienes comenzaron su embestida con la publicación de una solicitada, con la firma del presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Magistrados de Morón, Diego Bonanno, en donde se rechazaban “terminantemente” los agravios contra los integrantes del poder judicial de esa jurisdicción. Además en el escrito de 5 puntos, se afirmó tajantemente que ninguno de los fueros funciona como una “organización mafiosa” y que tampoco existen “amos o títeres”, ya que se dejó en claro que los magistrados y funcionarios “no tienen otra influencia que la asignada por la Ley y la Constitución”. Pero el cuestionamiento de Bonanno no quedó sólo ahí, advirtiendo que “la difamación no es la manera de ejercer la defensa de nadie, por más efectista que parezca”. Para concluir su solicitada, aseveró que dejaba de manifiesto su repudio “a la aludidas expresiones” que calificó de “impropias” de un periodismo que pretende ser sano e independiente”. Ahora, los jueces de Morón analizan nuevas acciones y buscan la solidaridad de sus pares de otras jurisdicciones. ¿La conseguirán?

...Y DÓNDE ESTÁ NAZARENO? Los avatares del frustrado intento de Juicio Político a los nueve miembros de la Corte Suprema de Justicia trastocaron los ritmos en los recoletos ámbitos en los que se desenvuelven los ministros que integran el tribunal, quienes seguían día a día las alternativas de lo que iba sucediendo en el Congreso. Por eso sus figuras comenzaron a ser más conocidas por el común de la gente, fundamentalmente la del presidente Julio Nazareno y la del más verborrágico de los integrantes del tribunal, Adolfo Vázquez. Pese a las presiones que constantemente reciben para que los altos magistrados se pronuncien en torno al “corralito” y la pesificación de los depósitos, la Corte parece haber vuelto a una paulatina tranquilidad y hasta el microclima se muestra diferente. Los supremos no han dejado de estar presentes en los medios de comunicación, pero ya no se habla de su permanencia o no, sino de eventuales pronunciamientos en temas de trascendencia. Claro está que en aquel clima era impensable que se produjeran ausencias por un tiempo demasiado prolongado. Nazareno ya ha armado sus valijas para viajar a Cancún, en México. Contrario a quienes imaginan que se trata de unas vacaciones anticipadas para liberarse del stress que le produjo la cuestión del juicio, lo hará para cumplir con una misión inherente a su cargo, cual es la de participar de la Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes Supremas y Tribunales Superiores de Justicia, que se llevará a cabo hasta el 29 de noviembre próximo en ese paradisíaco lugar del estado de Quintana Roo, en el país centroamericano. El encuentro se iba a realizar inicialmente en la ciudad de México, pero al parecer los organizadores cambiaron la terrible polución del DF por las playas caribeñas. Es una lástima que para tales eventos no se haya pensado en invitar periodistas, porque estas cumbres merecen ser difundidas...sólo por eso.



alejandro s. williams / dju
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