Varios de los imputados se encontraban en las inmediaciones del edificio de la AMIA, en un bar de Pasteur y Corrientes cuando el 18 de julio de 1994 se produjo el ataque explosivo que causó la muerte a 85 personas y provocó más de 200 heridos.
En esta causa se encuentran procesados y serán juzgados por los delitos de asociación ilícita, tenencia y acopio de armas de guerra y material explosivo Jorge Omar Pacifico, Juan Carlos Coppe, Ricardo Villarino, Miguel Angel Lovera, Haroldo oscar Pérez, Ruben Omar Mansilla, Carlos Manuel Britez, Raúl Eduardo Salomone, Luis Domingo Pelle, Luis Gilberto Rodriguez y Luis Alberto Ferreyra, todos ellos ex suboficiales del Ejército a quienes se identifica como integrantes del movimiento "carapintada", varios de ellos detenidos durante un procedimiento llevado a cabo el 1 de diciembre de 1995 en la guarnición Militar de Campo de Mayo.
Sin embargo, aún existen hechos confusos en torno a la participación de los ex militares en el atentado a la AMIA a raíz del "conocimiento directo que parecerían tener algunos de los sujetos en escena con los hechos del 18 de julio", según lo consigna un dossier distribuido hoy.
En el mencionado bar y en los instantes previos a la explosión se reunieron Pacifico con otros cuatro sujetos de su entorno, identificados como Miguel Angel Calvete, Miguel Aurelio Burgos, y Jorge Enrique Rodriguez Day.
En relación con la causa AMIA, el juez Galeano dictó oportunamente la falta de mérito respecto de Coppe, Pacífico, Rodriguez, Oscar Perez, Mansilla, Guillermo Alberto Nyari, Carlos Manuel Brítez y Salomone.
Según consta en el expediente, Pacífico estaba los suficientemente cerca para observar lo que ocurrió en el momento del atentado, aunque no lo suficiente como para sufrir lesiones por la onda expansiva. En los momentos posteriores a la explosión, Pacifico y Burgos trasladaron algunos heridos en una ambulancia que este ultimo había llevado a la reunión.
Los once acusados conformaban una organización que se dedicaba a la obtención y venta ilegal de armamento bélico, municiones y explosivos, que comercializaban con bandas de delincuentes, y fueron descubiertos cuando se realizaban las pesquisas tratando de determinar de dónde había surgido el material utilizado para equipar el coche bomba.
Luego de sucesivas tareas de inteligencia, que llevaron a la infiltración de un agente encubierto que se mostró interesado por la compra de armamento, se produjo la detención de los nombrados, durante los allanamientos a Campo de Mayo y otros 14 más en distintos domicilios.
En las reuniones previas con el falso comprado se le llegaron a ofrecer fusiles FAL, ametralladoras marca PAM, granadas, trotyl y hasta un helicóptero de origen canadiense, "mellizo" de uno similar que se encontraba en los Estados Unidos.
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