LOS PROFESIONALES. Como un explosivo comodín de política criminal, cada vez que a los gobiernos les surge la necesidad de aplicar “mano dura” contra los “malos” del momento, aparece el tema de aumentar las escalas penales de los delitos consecuentes. Sin duda, el turno ahora es el de los evasores. La modificación que Diputados está debatiendo por estos días es la inclusión del tipo penal de asociación ilícita como figura específica de los delitos tributarios. Así, abogados, contadores y escribanos deberán empezar a poner sus barbas en remojo. Porque en cualquier procedimiento en que la AFIP detecte que se constituyó una sociedad, que tiene un balance falso y cuente con asesoramiento jurídico para saber como enfrentar una inspección ante imputaciones de fraude fiscal, a todos les cabría el famoso nuevo modelo “ Dr. K” de traje a rayas cruzado . De producirse, la modificación sería muy trascendente, ya que por ejemplo un escribano, que por constituir y protocolizar una sociedad anónima que tenga por objeto ilícito “evadir impuestos” actualmente puede recibir una imputación como de partícipe secundario (ya que si no lo hacía él, podía hacerlo cualquier otro escribano), pasaría, con la legislación propuesta, a ser co-autor del delito de asociación ilícita. Lo mismo pasaría con sus colegas contadores, abogados y asesores polirubros, que de ahora en más deberán encomendarse a algún santo antes de aceptar un cliente. Es curioso que todavía los colegios profesionales no hayan alzado la voz, se ve que la luna de miel de los primeros meses con el nuevo gobierno, suaviza cualquier rispidez.
HOMÓNIMOS: No es inusual que los dirigentes del interior del país, cuando asumen cargos nacionales trasladen a Buenos Aires viejas rencillas y rencores confesados y los no dichos. La disputa se remonta a los tiempos tumultuosos del gobierno de la Alianza, cuando una Comisión especial sobre lavado de dineros recibió valiosas cajas con documentación proveniente de los Estados Unidos, con una lista de “ricos y famosos” que provocó pánico en más de uno que había hechos desaparecer su fortuna del país para hacerla aparecer en algún paraíso lavadita y planchadita. La presidenta de la comisión, la diputada Elisa Carrió ganó buena parte de su popularidad que la llevó a estar primera en las encuestas presidenciales de la época gracias a esa gestión, pero bueno es aclararlo, nunca mencionó al Procurador General, Nicolás Becerra, aunque “su nombre” figuraba en esa nómina. El que si lo hizo –aseguran—es el mendocino Luis Balaguer, también mendocino como Becerra y con reconocido enfrentamiento con éste. Se hablaba de una suma inferior a los cien mil dólares de aquella época, pero Becerra, al igual que el ministro de la Corte Enrique Petracchi, salió desmentir la especie. Desde entonces Becerra se encargó de realizar su propia investigación llegando al verdadero “Nicolás Becerra”, un ciudadano cordobés, homónimo para más datos, amante de la peperina y el buen chivito asado. El procurador instruyó a uno de sus hombres de confianza para que aclare el asunto en la Justicia y así devolverle amabilidades a su comprovinciano. Aseguran que documentación le sobra.
MAS QUE MIL PALABRAS. Valió la imagen del programa Informe Central que a propósito de reflejar con dudoso interés periodístico el baño donde el represor Guillermo Suárez Mason acababa de evacuar esfínteres se encontró en el lugar con una profusión de cruces esvásticas dibujadas por doquier, que se destacan claramente entre consabidos mensajes obscenos y de rivalidades futboleras. El cronista siguió al represor -lo estaban juzgando por discriminación y apología del delito- y destacó las cruces gamadas, luego en el piso los conductores del programa se preguntaron qué hacían los repudiados símbolos del nazismo pintado en los baños de tribunales. Parece que para las autoridades del edificio unos segundos de televisión valen más que los comentarios y sugerencias que sobre este tema se hicieron, incluso, desde esta misma columna hace algunos meses atrás, cuando las anónimas esvásticas llegaron -también- al área restringida donde se realiza el juicio oral y público por el atentado contra la AMIA. Menos de 24 horas después llegó el momento del agua y el jabón y las cruces malditas desaparecieron. Más vale tarde que nunca.