Diariojudicial.com tuvo acceso a pasajes salientes del escrito, donde Telleldín cuenta que la “futura diabólica Trafic” estaba estacionada frente a su casa de Villa Ballester el 10 de julio de 1994, día en que –según dice en el manuscrito- la vendió a un hombre de “acento caribeño”, que se la llevó escoltado por dos automóviles, un Galaxy azul y un Duna blanco, con policías bonaerenses en su interior.
Así lo afirmado en el manuscrito es mucho más que lo que aseguró en el juicio oral. “Esto demuestra que la historia del libro era cierta: se pagó para escuchar su versión, no para que mintiera o terminara de cerrar una historia armada”, remarcó el abogado de la AMIA, Miguel Bronfman, luego de conocerse el escrito.
El manuscrito son 80 páginas amarillentas, que el periodista Román Lejtman guardó todos estos años, y lo acaba de entregar a los juecesGerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo, quienes lo pusieron hoy a disposición de las partes.
Esas notas llegan recién ahora a la causa, luego que el Tribunal abriera una investigación contra Lejtman por “desobediencia”, ya que no cumplió por meses con el pedido que le formularon los jueces de que entregara el material.
La primera versión
El manuscrito del libro frustrado es la primera versión completa de Telleldín sobre qué hizo con la camioneta y es, a la vez, la que más compromete a los bonaerenses acusados junto a él en el juicio: Juan José Ribelli, Mario Bareiro y en especial, a Irineo Leal y Raúl Ibarra.
Enmarañado en la pésima caligrafía de Damonte, se lee que aquel 10 de julio, un “enigmático señor” llegó a comprarle a Telleldín la camioneta que había publicado en un aviso clasificado, y cuando ambos salieron a probarla, El Enano vio estacionado un Fiat Duna blanco a cuyos ocupantes reconoció como miembros de “una brigada de investigaciones de la provincia”.
En el texto Telleldín se define a si mismo como “un simpático estafador”, y dice que tal presencia lo convenció que sería nuevamente “víctima de un peaje hacia la libertad”, y sospechó que los policías podían estar detrás del comprador.
Mas adelante, relata que en otro giro de la Trafic, el reducidor vio un Ford Galaxy azul “con ocupantes de otra brigada de investigaciones de laprovincia de Buenos Aires”. Según constancias del expediente, el Duna blanco sería de Ibarra, y el Galaxy de Leal.
Luego relata que, de vuelta en República 107, negoció el precio con el comprador, hasta que lo pactaron en 11.500 dólares. Esto difiere de la versión que tanto Telleldín como su mujer, Ana Boragni, terminaron admitiendo en el juicio: que no recibieron dinero por la camioneta, solo se la birlaron.
Ahí relata que cuando contaba el dinero tocaron timbre dos policías que yo conocía de otros aprietes” y preguntaron si la Trafic se había vendido”.
Allí, Telleldín se pregunta: “Si la habitualidad era prepararme causas para cobrarme peajes por que no procedieron a abortar la venta y quedarse con el dinero? O es que (el comprador) era enviado por ellos y comenzaron a inquietarse por la tardanza?", se pregunta.
Fuentes judiciales confirmaron que Damonte estuvo en la celda con Telleldín hasta “junio de 1995”. Cerca del juez Juan José Galeano, evaluaron que “este documento prueba que Telleldín dijo en 1996 lo que venía diciendo desde mucho antes”.