El accionado se agravió de lo decidido en razón de que –afirmó- los trabajos realizados en la construcción se realizaron conforme a lo pactado y que los mismos no provocaron daños, los que se dieron, según relató, por el no taponamiento de la vieja cañería el cual no figuraba en el presupuesto.
Cuando los camaristas analizaron el caso explicaron que el juez de la anterior instancia resaltó que en oportunidad de absolver posiciones “el accionado reconoció que no retiró la cañería original existente debajo del piso de la azotea por considerar que no era necesario” y que la instalación original “quedó abierta en sus dos extremos ya que no era necesario anularla”.
No obstante, el fallo destaca que según el informe pericial no era técnicamente correcto el dejar sin taponar las cinco cañerías cortadas de las bajadas que fueron reemplazadas, de los cual los camaristas infirieron que “si los caños hubiesen sido taponados el agua no se hubiera escurrido”.
Asimismo, los jueces manifestaron que el apelante al contestar demanda sostuvo que los caños quedaron anulados debajo del tanque de agua y para evitar cualquier filtración se erigió una banquina de 0,30 cm. de alto con un largo de 3 mts que cumplía con el objeto de impedir que cualquier desborde de agua proveniente del tanque o del agua de lluvia escurriese directamente a una rejilla existente.
Sin embargo, aseveraron que el perito en su informe puso de resalto que “la banquina no existía”, y que respondía a una “impericia profesional haber dejado sin taponar las cinco cañerías cortadas de las bajadas que fueron reemplazadas”.