El Tribunal encontró a Orona Bruzzone, autor del delito de homicidio en ocasión de robo, mientras que su cómplice fue considerado partícipe necesario del hecho. En tanto, el fiscal Alejandro Alagia había calificado el episodio como una “masacre”, al afirmar que los custodios del camión de caudales fueron “fusilados”, por lo que reclamó la pena de prisión perpetua para Orona Bruzzone y de 20 años para Iturrez, al calificar el delito como “homicidio criminis causae”.
Al respecto, los magistrados entendieron que la figura aplicable a ambos eran la de culpables del delito de homicidio en ocasión de robo, con pena entre los 10 y 25 años de cárcel, considerando que Orona Bruzzone “actuó de conformidad con lo que se había propuesto”, sin perder de vista que registraba condenas anteriores que “no parecen haber producido en él cambios significativos de cara a lograr un comportamiento ajustado a las pautas normales de convivencia”.
Para los camaristas, otros agravantes fueron el “alto grado de organización” de la banda, que incluyó el uso de poderoso armamento, entre los que se incluyó fusiles y ametralladoras, capuchas y chalecos antibalas, “para lograr su finalidad criminal”.
En la resolución, los camaristas resumieron lo recreado durante el juicio oral y público en el que declararon más de 80 testigos que relataron lo ocurrido el 2 de octubre del 2000 en la planta potabilizadora de Figueroa Alcorta, entre La Pampa y Florencio Sánchez, de la Ciudad de Buenos Aires.
Precisaron que ese día, cerca de las cinco de la mañana, ingresó al predio un camión de caudales de la firma Juncadella para reponer dinero de un cajero automático Banelco, cuando sus custodios fueron virtualmente “fusilados” por un grupo de entre cinco y siete delincuentes que utilizaron armas de grueso calibre, fusiles, ametralladoras y chalecos antibalas.
En medio del fuerte tiroteo, que incluyó la fuga de algunos delincuentes, un rehén luego fue asesinado por su captor, en tanto que también mataron a un inspector de la Policía Federal y hasta se suicidó uno de los asaltantes al verse rodeado.
Como resultado, murieron los custodios del camión de caudales José Alarcón y Rafael Cozzolino, el inspector de la Policía Federal Aldo Erras y un empleado de Aguas Argentinas que trabajaba como jardinero, Rubén Maciel, además de Juan Isidro Díaz, uno de los delincuentes que se suicidó de un balazo en la cabeza al verse rodeado por la policía.