BANDERA DE LARGADA. Con mucha expectativa e interés comienza después de la feria, el segundo ciclo del calendario de cursos de capacitación de posgrado a distancia en el campus virtual de Diario Judicial. Un proyecto muy cuidado que cortó su cinta inaugural en mayo pasado y que ya podemos calificar de todo un éxito. Los próximos cursos son Daños y Perjuicios. Actualización en Responsabilidad Civil en Materia Contractual y Extracontractual que comienza el próximo 25 de agosto y Delitos Tributarios que empieza el 8 de septiembre. Este modo de capacitarse ha cumplido con creces las expectativas de quienes se animaron a romper con los viejos esquemas de la Argentina pre-digital donde para decidir la capacitación en un posgrado o en una maestría había que consultar agendas, horarios, compromisos, facilidades de estacionamiento y hasta calendario piquetero. Eso si se contaba con la suerte de estar geográficamente bien ubicado con la suficiente proximidad al lugar de dictado –lel interior.
Así como de a poco le fuimos perdiendo el miedo al manejo de las computadoras –costó largar la Olivetti-, la formación especializada a través de la misma PC va a recorrer el mismo camino: primero “Eso no es para mí”, después “¿Cómo será eso?”, más tarde “Conozco al Dr. Fulano que lo hizo y está contentísimo”, para terminar con un “¿Por qué no lo hice antes? Es que con la revalorización de la clásica premisa de que “el conocimiento es poder”, la tecnología del e-learning que Diario Judicial ofrece, se convirtió en una solución para cientos de profesionales de distintos puntos del país que pretenden dar mejor calidad a su formación (que debe ser continua), a su rendimiento profesional, y a las herramientas que ponen a disposición de sus clientes, generándoles nuevas oportunidades de casos y ascenso laboral. Ver próximos cursos 2004.
TRIUNFANTE. Resultó el mandamás de la AFIP, Alberto Abad en la pulseada que le propuso el ahora ex director de la Aduana, José Sbatella. Arribado de la mano de la gestión K, nunca pudo congeniar con su superior formal quizás por las expectativas que tenía de reemplazarlo algún día. El constante contrapunto que terminó con el alejamiento de Sbatella –ultimamente casi ni se hablaban- fue atribuido, según el saliente funcionario a una supuesta despreocupación por parte de Abad sobre los avatares de la Aduana. Si bien es cierto que desde la AFIP la mayoría de los cañones están puestos en el tema de la recaudación impositiva -ese es el termómetro que mide éxitos y fracasos-, la Aduana, como “hermanita pobre” de la DGI, no hace mucho por destacarse. Aparece una o dos veces por mes como participando de algún secuestro de droga, de esas en que las "mulas" aparecen llevandola consigo en valijas de doble fondo, zapatillas de doble suela o corpiños de doble pechuga; pero ha brillado por su ausencia en materia tanto de prevención como de policía aduanera. Si bien los temas de contrabando por la famosa asimetría cambiaria decayeron por la falta de interés de importar con el 3 a 1 (aunque están volviendo de a poco), igual la Aduana sigue siendo un colador. Faltará muy poco para que de nuevo las cámaras de comercio de los distintos rubros comiencen a dar el alerta que históricamente fueron materia de reclamos, con la consecuente creación de una comisión especial para estudiar el tema y la constitución de una fuerza anti-contrabando. Mucho piripipí que al comienzo de su gestión Sbatella conocía y de la que fue alertado por el juez Marcelo Aguinsky y por la fiscal María Luz Rivas Diez del fuero en lo Penal Económico en la primera audiencia formal en su visita protocolar de presentación. En esa oportunidad escuchó con estadísticas concretas, que salvo el tema de las drogas, la Aduana prácticamente no hacía procedimientos ni denuncias en el ejercicio que le corresponde de la policía aduanera, por lo que la Justicia no tiene materia prima para sancionar cientos de maniobras que nunca llegan a ningún expediente. Quizás por eso se lo vio a Sbatella días pasados por esos mismos pasillos de Avenida de los Inmigrantes, conversando con otros dos magistrados del fuero: Artabe y Tiscornia, a quienes reconoció su fracaso con dos frases del clásico manual del funcionario saliente: “no me prestaron atención” y “no me dejaron hacer”. Mientras tanto Abad se lamentaba por la salida, no de Sbatella sino por la del último jefe del grupo de “los intocables”, Carlos Lucuy, quien prefirió hacer el bolsito y pasar a la actividad privada donde seguramente hará valer su experiencia. Caso paralelo al de los jueces Berges y Favier Dubois que al igual que Lucuy pasaron a atender del otro lado del mostrador.