DERECHO DE FAMILIA. Así como en décadas pasadas una treintañera sin marido era el doloroso blanco de tías y abuelas con pronóstico de soltería perpetua, ahora es el paradigma de la libertad de elección. No es que se trate del lugar común de que “todo tiempo pasado fue mejor”, sino que el derecho de familia, tan tradicional y conservador por estas pampas, merced a la gravitación de la iglesia católica, está grogui frente a la perseverante avanzada de la vida diaria. Quien tenga un hijo en edad escolar, cada vez se encuentra más a menudo con visitas a la casa donde el amiguito del nene vive con la mamá y el novio de la mamá, para luego tener que pasarlo a buscar de la casa de papá que convive con su novia. Los chicos de lo más sueltos de cuerpo explican que fulanito espera un hermanito pero que no es del papá y la mamá sino de alguno de los padres con su pareja actual. Para los chicos, estas familias no tan tradicionales son tan comunes como las computadoras y los video juegos, que conocen desde que nacieron y que, para muchos adultos, son cosa ‘e mandinga. Y ahora, que la mayoría de la gente acepta estas realidades y que no mira con cara rara a la mamá de fulanito que convive con su novio en la misma casa en donde cría a su hijo, está por hacer entrada una realidad para muchos, un tanto más difícil de digerir: los matrimonios gays que quieren adoptar. Como siempre en el ojo de la tormenta, la ministro de la corte Carmen Argibay, en una entrevista radial se preguntaba: “¿Por qué no dar en adopción niños a parejas gays?” “Hay tantos chicos en este momento que viven en familias monoparentales que no veo ningún problema sobre este asunto”. "¿Cuál es el modelo de familia? Estamos un tanto anticuados, ahora hay tres papás, dos mamás, a veces hay una sola mamá o un solo papá, a veces no hay ninguno". ¿Qué es el matrimonio? Del antiguo orgullo de tías y abuelas de que la nena se había casado con un buen partido y un buen muchacho pasará a ser lo que los contrayentes estipulen que es. Ya sea de dos o más personas, heterosexual u homosexual, con cohabitación o sin ella, por un plazo determinado o hasta que la muerte los separe. Ya en un alarde de pragmatismo, durante los años 70 en los colegios ingleses de la Capital Federal se instauró el democrático “Family Day”, que evitaba para los chicos dolorosas comprobaciones a la hora de festejar el día del padre o el día de la madre. Hoy el derecho está revuelto y tratando desesperadamente de adaptarse a los tiempos que indefectiblemente vienen. Ya en una España con las indelebles marcas franquistas más que borroneadas, se acepta el matrimonio gay con todas las letras de los códigos y la adopción es casi un hecho. Como siempre, y más en la Argentina, está la teoría mixta, de matrimonios ya constituídos que luego de divorciados ve como su ex pareja integra a la familia a un integrante gay, qué derecho al pataleo tiene el padre, o la madre, con respecto a la formación del hijo que pasa a compartir, tiempo completo o de visitas periódicas, con esa nueva familia. En momentos en que la Justicia vio con malos ojos que un hijo sea cuidado por su madre porque era azafata y el argumento era que pasaba mucho tiempo en el aire y fuera de casa, qué pensara cuando en los tribunales un padre reclame porque su ex esposa convive con una pareja de su mismo sexo. ¿Tener una pareja gay va en desmedro de los derechos de patria potestad? Esto contradice fuertemente a los que dicen que el derecho es aburrido porque ya está todo escrito. Hay ríos de tinta que nos esperan.El tema de la maternidad en una pareja lesbiana, además de romper con el dicho popular de “madre hay una sola”, va a crear una nueva raza de sufridos yernos y nueras, con dos suegras. ¡Y esto es todo un tema que el derecho seguro no podrá solucionar!
EL CONSEJO BUSCA CONSEJOS. Uno de los temas que siempre hay que tener en cuenta cuando se habla del Consejo de la Magistratura, más allá de sus altas y bajas, es si es mejor o peor de lo que teníamos antes de la reforma constitucional. Como se sabe, el sistema de designaciones y destituciones sólo dependía del peso político que cada partido podía tener en el Congreso. El hecho de abrir el juego a la representación abogadil, académica y judicial abrió la esperanza de que los criterios no sólo fueran políticos sino que tuvieran cierto grado de asidero técnico y profesional, además del político. Nadie duda que el upgrade institucional se logró. Pero nadie duda tampoco de que las mañas de los políticos fueron rápidamente adoptadas por el resto de los miembros del Consejo. Así, en nombre del consenso, se tira la pelota afuera. Es que el único consenso respetado por igual por todos los consejeros es que los diarios no hablen mal de ninguno. En eso están todos de acuerdo y lo demostraron en el fallido plenario que iba a tratar el tema del plazo de caducidad para el tratamiento de los juicios políticos. Como si no los hubieran elegido para decidir, los miembros del consejo encontraron la salida perfecta, la consulta a las ONG que les iba a permitir no tomar decisión alguna. Sea cual sea la decisión final, ahora hay a quien echarle la culpa. El día antes del plenario Página 12, desde su tapa, largó el enjambre de chinches que se depositaron en los asientos de los consejeros y les impidieron sentarse a votar. Con una línea editorial que alienta el puntapié en el tujes a los jueces federales más antiguos, dejó traslucir que quienes votaran a favor de la iniciativa lo iban a hacer para defender lo indefendible. Según el matutino, los responsables del proyecto eran el ala más conservadora y retardataria del cuerpo, sayo que –obviamente- nadie quiso ponerse. Más allá de que el establecimiento de un plazo para la persecución, en este caso sumarial, es uno de los dogmas más valiosos del garantismo puro. Ni siquiera nadie se atrevió a decir que el término de la caducidad no significa “cosa juzgada”, pero a esta altura esto ya era una exquisitez jurídica que pocos están en condiciones de asumir. Quienes sí lo defendieron obviamente, son los muchachos de la Asociación de Magistrados, que recién en la mañana en la que se vislumbraba que el quórum del plenario se caía, dejaron sin efecto la movilización de jueces que habían motorizado para acompañar in situ la votación. Antes en el Congreso y ahora en el Consejo, el juicio político sigue siendo más político que juicio y el que no se avivó es porque estaba viendo otro canal.