DE TANQUECITOS Y SABUESOS. Podría ser un tema de Serrat o de Sabina pero en realidad lo escribirán Abad y Montoya. La pulseada entre estos dos recaudadores servirá para poder definir con seriedad cuál es la política en materia de impuestos que tendrán o padecerán los contribuyentes de este país. Los gestos de grandielocuencia del bonaerense contrastan con la imagen de aplomo y mesura que se trata de ofrecer en este tema desde el Gobierno Nacional. Si bien Solá necesita plata de todos lados para ese barril sin fondo que es Provincia de Buenos Aires, la actitud de Montoya es mediáticamente exitosa pero corre el riesgo de precipitar conclusiones equivocadas. Desde responsabilizar a la Justicia porque no le permiten ir de cacería sin reglas en el far west bonaerense, hasta terminar responsabilizando de la pobreza inaguantable que padece la provincia a los habitantes de los countries de la periferia capitalina. Los defensores de Don Santiago, lo justifican. A él, pobre le tocó bailar con la más fea. Mientras que Abad tiene la vaca, el petróleo y la soja atada por las retenciones que se recaudan solas, Montoya tiene que luchar con impuestos más domésticos y eludibles. La relación con los jueces no deja de ser un frente conflictivo para los dos recaudadores. Son los únicos que tienen posibilidad de recortar el poder casi ilimitado de los representantes del fisco. Esos límites Montoya los interpreta como un boicot a su cruzada de moralización fiscal, mientras que Abad, con un poco más de millaje en la gestión y con un colchón más cómodo de recursos, ante fallos adversos practica una política mucho más prudente y de paso siembra para el futuro. Una de sus últimas cosechas es haber logrado que el juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky dispusiera por estos días sentar en el banquillo de los sospechosos a las empresas cerealeras que desde hace años encabezan el ranking de exportaciones, tras denunciarlos por supuestas maniobras en la liquidación del IVA. Así Abad se acostumbró a las de cal y a las de arena, sin embargo Montoya sólo quiere las que van por las dunas de Cariló. Como ya lo dijo esta columna, anticipando este conflicto, hay que tener cuidado con los falsos paradigmas de la mano dura y la mano blanda. En un Estado de derecho a lo que hay que aspirar es a fortalecer la mano justa. El camino no es fácil y la desconfianza es mutua. El Estado recela de los contribuyentes, y los ciudadanos recelan de sus funcionarios. Las conquistas que el país va teniendo en materia de respeto de derechos humanos y de estabilidad democrática quien sabe puedan llegar también al tema de la política fiscal. Eso es lo que ha pasado con los países más desarrollados y es una ilusión que no tenemos por qué perder. Estados Unidos es el modelo de recaudación de impuestos, mientras tanto en el cable están pasando la galardonada película “Pandillas de New York” donde hace no tantos años, en plena Quinta Avenida la corrupción rezumaba por las cloacas. Según la teoría, la civilización fiscal es sólo cuestión de tiempo. Será más o menos tiempo si las políticas son o no las correctas y si tienen o no la continuidad necesaria para consolidarse.
LA UNICA VERDAD ES LA REALIDAD. Justo cuando Servini de Cubría está cumpliendo su aniversario de niña bonita como jueza federal con competencia electoral, una compañera de género vio frustradas sus posibilidades de ser la mujer de las urnas en Catamarca. Tal es el caso de la jujeña Amalina Silvia Assaf quien comprobó en carne propia que las reglas de la política no son fáciles. Logró lo que pocos. Unió en una extraña alianza al histórico Ramón Saadi con el Frente Cívico, los radicales y los kirchneristas en una causa común: la de no promover su acuerdo como jueza federal electoral de Catamarca. Fueron dos hazañas. La otra parece fue su excelente puntaje (un nunca visto 100 sobre 100) en el concurso, lo que le permitió ser indiscutiblemente primera en la terna, por sobre otros 45 aspirantes al cargo. Como se ve una cosa es el discurso de excelencia que se vocifera de la boca para afuera, y otra muy distinta es lo que se decide en la cocina de la política. A la hora de los bifes, Independencia es tan sólo una avenida que se busca para ir desde el Bajo hasta Boedo, pero está totalmente contraindicada para llegar a Catamarca.El 10 de abril de 2003 el Consejo de la Magistratura de la Nación remitió al Poder Ejecutivo la terna con los candidatos a jueces para ocupar la titularidad del Juzgado Federal de Primera Instancia de Catamarca. Casi un año después, el 6 de abril de 2004, el Poder Ejecutivo le pidió al Senado la designación en ese cargo de Amalina Silvia Elena Assaf, la primera de la terna. Sin embargo, por casualidad otra vez en abril, pero dos años después, el miércoles 5, el Senado aprobó el pliego de Assaf pero como defensora pública oficial antes los Juzgados Federales de Primera Instancia y ante la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán. ¿Qué paso en el medio? Cuando el pliego de Assaf como candidata a juez federal de Catamarca llegó a la Cámara Alta los tres senadores por esa provincia se opusieron a su designación. La negativa de Oscar Castillo y María Colombo del Frente Cívico y Social y Ramón Saadi del Frente para la Victoria, actuales senadores, contagió al resto de los legisladores para no darle acuerdo al pliego que quedó cajoneado. “Ella había ganado el concurso ampliamente -creo que había obtenido 99 ó 100 puntos-, pero la observación mayor que tenían los tres senadores era porque tenía competencia electoral; y acá estaba la observación formal que se hacía al pliego. Creo que esta observación en su momento carecía de sustento pero era un argumento político que evaluamos nosotros para dejar pendiente el pliego”, reconoció el senador kirchnerista Nicolás Fernández en la reunión de la Comisión de Acuerdos del Senado el pasado 15 de febrero. Efectivamente, las crónicas periodísticas de ese tiempo cuentan que la negativa de darle acuerdo al pliego se debía a la competencia electoral que iba a tener una jueza considerada como demasiado independiente para el paladar catamarqueño. A pesar de las palabras de Fernández o que el senador Guillermo Jenefes dijera que las impugnaciones “no tenían sustento ni fundamento alguno” o de la “injusta dilación” que señaló el senador Gerardo Morales, el pliego de la jujeña durmió una larga siesta en el Senado. Pero un día se despertó aunque forzosamente transformado. Con la magia del príncipe que despertó a Blancanieves, en diciembre del año pasado el Poder Ejecutivo le pidió acuerdo al Senado para nombrar a Assaf como defensora oficial en Tucumán. Ese pliego no tuvo ningún cuestionamiento porque el 22 de marzo pasado la ex futura jueza pasó por la entrevista pública y el 5 de abril la Cámara Alta aprobó su pliego como defensora. Todos los jueces son importantes pero hay algunos más importantes que otros. Los que tienen competencia electoral ocupan esa zona caliente que une bajo un mismo techo a la Política y a la Justicia. Si para los políticos del interior el juez con competencia electoral es clave, imagínense lo que en las ligas mayores representa la Cámara Nacional Electoral con competencia desde La Quiaca a la base Marambio. El trío original post 83 supo acompañar las necesidades del gobierno de Alfonsín de la misma manera que tironeó durante la gestión de Menem. En esos tiempos el por entonces todopoderoso Corach, no logró que le avalaran su iniciativa de aumentar a cinco los miembros del influyente triunvirato. Como se ve, en estas lides, el Consejo de la Magistratura no es garantía de nada. Poco cambiaron las cosas en los temas que realmente les importan a los políticos. Aunque la mona se vista de seda, mona queda.