Una cookie es un pequeño archivo que un sitio web envía al disco rígido del visitante, y que informa sobre lo que este ha hecho en él. Sirve para detectar las preferencias de los navegantes y permite ofrecer un servicio personalizado. Estos archivos aparecieron por primera vez con el navegador Netscape. Gracias a las cookies, el sitio web en cuestión sabe cuales son las preferencias de los que lo visitan. En realidad la cookie no dice nada sobre el usuario que él ya no haya revelado en su navegación, (aunque quien vaya a sitios publicitarios o pornográficos puede encontrar que dejan demasiadas huellas en su computadora). Muchos las interpretan como una intromisión en la privacidad de los cibernavegantes. Sin embargo, ellos pueden impedir que sus PCs reciban estos a veces indiscretos archivos, porque todos los navegadores (por ejemplo el mencionado Netscape o el famoso Internet Explorer) permiten que el usuario desactive la admisión de cookies.
Representantes industriales criticaron el paso dado por el Parlamento, advirtiendo que ocasionaría un aumento de los costos de operación. El requerimiento de obtener consentimiento explícito cada vez que un usuario visite un sitio amenazaba con dificultar el acceso a Internet, sostuvieron algunos expertos.
“La legislación requerirá un consentimiento previo explícito de los usuarios cada vez que vayan a un sitio”, dijo Angela Mills, directora ejecutiva del Consejo Europeo de Publicistas, lo que, en su opinión, “volverá poco amigable a toda la experiencia de Internet”.