20 de Diciembre de 2024
Edición 7117 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 23/12/2024

"Mas allá de la edad de imputabilidad, lo central es qué vamos a hacer con los menores que delinquen"

Alberto Seijas
Juez de la Cámara del Crimen

 

El presidente de la Sala IV de la Cámara del Crimen, Alberto Seijas, subrayó la necesidad de resocializar a los menores que cometen delitos. En una entrevista con DiarioJudicial.com elogió además el sistema de audiencias orales y grabadas que utiliza la Cámara desde hace más de un año y manifestó que “garantiza el debate”. Consultado en relación con una posible reforma al Consejo de la Magistratura indicó: “No soy del criterio de que como es un órgano que está destinado a elegir jueces tiene que estar manejado por jueces”. Y defendió el sistema de concursos. Este funcionario, con 32 años en el Poder Judicial, de hablar pausado y muy amable, enfatizó que “el Código en sí no hace la Justicia” y añadió que “la oralidad está cambiando muchas cosas”.

¿Cómo está funcionando el sistema de audiencias orales y grabadas?

Creo que muy bien. No es tan novedoso porque llevamos casi un año y medio con esto. Recién hablaba [con un colega] en una reunión y decíamos que hasta el último día antes de la aplicación de este sistema, esperábamos que no se implementara y hoy si quisieran volver al sistema anterior ya no volveríamos. Y no porque estemos más cómodos, al contrario, la exigencia es mayor pero me parece que es un sistema que tuvo muchos beneficios. Por un lado, en cuestiones formales como el tiempo: antes de las audiencias orales, una causa en la Cámara no permanecía menos de tres meses y hoy una vez que entra una causa tarda no más de 20 días en irse. Y si es con detenidos, 10 días como mucho. Esto significa que no hay una demora en los recursos de apelación, que era algo clásico... Otro beneficio, más sustancial, es la intervención directa de los jueces escuchando a las partes, la posibilidad de escuchar directamente a los abogados. Esto (las audiencias orales) pasa frente a los jueces. La posibilidad de que las partes presencien esta actividad y distingan; vean quiénes son sus jueces, los que van a decidir su tema, y que también vean la actuación de sus propios abogados. Aquí ya no hay posibilidades de cambiar la forma de contar las cosas, las propias partes se dan cuenta de cómo se suceden las cosas y a veces también de qué lado quizá está la razón. Y además este sistema garantiza el debate, que los jueces intercambien opiniones; puede haber coincidencia o no, pero ese debate enriquece y ayuda a formar el criterio y esto con el sistema escrito se desvirtuaba un poco: había cosas que quizás, por el cúmulo de causas, no se podían charlar, entonces se iba haciendo una circulación de expedientes y uno estaba o no de acuerdo con el voto de un colega pero no había discusión. Creo que fue beneficioso para todas las Salas de la Cámara, pero está funcionando con una importante cuota de trabajo de los jueces: son 10 o 12 audiencias diarias de lunes a jueves y a veces también los viernes. Es una exigencia tal que prácticamente el juez no puede resfriarse.

Más allá de las audiencias orales, ¿Qué otro desafío importante considera que afronta la Cámara del Crimen?

Hoy por hoy el tema penal es algo que está en boca de todos. Quizá el tema de la seguridad o inseguridad no es un tema nuestro porque no son los jueces los que atienden ese tema pero indirectamente sí, porque todo esto se ve reflejado en causas que después llegan a nuestro conocimiento y hay un gran desafío porque el común de la gente piensa que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra. Cuando uno está adentro del sistema sabe que esto no es así: nosotros concurrimos a las cárceles; todos los meses dos jueces de la Cámara van a visitar una unidad y prácticamente no hay una que no tenga superpoblación. Son situaciones complicadas desde el punto de vista carcelario y social…

En este sentido, ¿cree que la Justicia puede hacer un aporte a una reforma del Código Penal?

Es un tema que no pasa exclusivamente por una cuestión de Código. Uno puede tener diferentes criterios, más restrictivos o más penalizantes, con respecto a los hechos penales, pero no se agota en esto. Acá hay temas de distinto orden: de orden social, de pobreza, de marginación… temas propios del ámbito de la seguridad, de la actuación policial, de cómo llevarla a cabo y el aporte también de la Justicia. Son varios factores: me parece que uno solo nunca va a lograr resolver esta problemática.

En la apertura del año judicial, el presidente de la Corte dijo que los jueces no deben gobernar y habló del significado de la seguridad jurídica. ¿Está de acuerdo con su gestión?

El presidente de la Corte es una persona de primera línea y desarrolla su tarea lo mejor que puede, creo que la Corte viene actuando muy bien más allá de que uno pueda compartir o no el criterio de sus resoluciones. El otro punto de no judicializar la política creo que es tan aplicable esto como cuando se habla de no politizar la Justicia, es lo mismo. Hay una función específica del juez, sí creo que no puede pretenderse que la Justicia de respuesta a todo. Yo a veces escucho que se habla de que “esto no se controla, no se legisla, no se sanciona”. Es muy difícil que todo pueda ser sancionable, hay ciertas cosas que quizás nos ocurren por haber distendido mucho ciertas normas de convivencia… Es imposible que la ley pueda prever todo; va mucho en cómo nosotros nos comportamos diariamente. Y todos esperamos alguien que nos solucione los problemas y el último es la Justicia. La actuación de los jueces, ya por definición, tiene lugar después de que los hechos sucedieron. A partir de ahí es muy difícil, que, si no tenemos esto en claro, la gente se sienta satisfecha, más allá de que puede haber críticas atendibles. La Justicia puede reparar ciertas cosas, pero cuando se ha afectado la vida o la integridad física, la reparación no es posible.

¿Está de acuerdo con la baja de la edad de imputabilidad?

Me parece que el tema no está bien planteado. Plantearlo así como un tema “bajar la edad”, es una simplificación que no es conveniente. Creo que sí necesitamos fijar pautas claras. Cosas que quizás se fueron suprimiendo con el tiempo o no adquirieron la definición que tendrían que tener. Todo me parece que pasa por qué sanción buscamos: si pensamos que bajar la edad es que a personas más jóvenes le vamos a imponer una pena de prisión, no creo que por ese lado solucionemos nada. Se trata de plantear otras vías de resocialización, porque si no re-socializamos a los menores ¿cuál es la posibilidad?. Y no solo para el menor sino para la sociedad. Este punto es más importante que la edad, que es un simple detalle. El tema en concreto es qué vamos a hacer con los menores que delinquen. El tema es cómo hacemos para que no cometan delitos de nuevo y que puedan desarrollarse como personas de bien.

¿La Cámara tiene alguna idea, algún aporte para el debate?

En los casos que tenemos nos manejamos con la ley actual y tratamos de dar la mejor respuesta que se pueda.

Usted fue nombrado camarista en 2008. ¿Cuál es su opinión sobre la forma de elección de los jueces?

Por definición, el concurso es bueno. El tema de exhibir los antecedentes de una persona, de tener que hacer una oposición para afrontar un cargo, es bueno. Es un tema complejo porque como está planteado no siempre define las mejores aptitudes de los aspirantes y hasta puede ser muy injusto porque a veces uno tiene cosas más importantes que exhibir que una simple prueba de oposición. Voy a esto: yo llegué a la Cámara como juez subrogante teniendo 12 años de juez de instrucción y creo que lo que más tenía para exhibir eran precisamente esos 12 años y 8 años anteriores como secretario de instrucción, en donde hay toda una actividad desarrollada y uno puede verlo. El tema es cómo evaluar esto; en la actualidad es por antecedentes. Ahora, ¿ejercimos todos la función de la misma forma?, ¿es lo mismo un juez que tuvo una actuación impecable, que no tuvo una sanción ni un llamado de atención ni un juzgamiento, que aquel que anduvo con otro tipo de cuestionamientos?. Esto es como pasa en todos los ámbitos, también en el periodismo. Ahora, si me preguntan cómo hacemos para lograr un sistema que recoja todo esto, esto ya es más complicado, pero de por sí el concurso me parece que es bueno. El tema es que los concursos a veces tienen una demora importante: el concurso por el que yo llegué a la Cámara se inició antes de que yo viniera como juez subrogante (N. de R: en diciembre de 2005) y se resolvió tres años y pico después. Esto no es sólo culpa del Consejo, que lo resolvió bastante rápido, pero también pasa por el ministerio de Justicia, por Presidencia, por el Senado…

¿Considera que es importante reformar el Consejo?. Y así es así, ¿cómo?

No soy especialista en el tema, pero creo que es más un tema de definición política que nuestra. Con la última reforma, de 2006, se redujo la participación en el Consejo del sector de jueces, de académicos y de abogados. Tampoco soy del criterio de que como es un órgano que está destinado a elegir jueces tiene que estar manejado por jueces, porque no es lo que plantea la Constitución. Todo parte de una definición política y ésta va a tener que estar dada por el órgano pertinente que es el Congreso, de ahí va a salir la mejor opinión. Y a veces también estas cosas dependen de los tiempos…de cada tiempo: si tenemos una definición política de un tipo, saldrá una cosa y si es otra conformación, será otra. Creo lo que fue un avance fue el tema de elección de jueces mediante el concurso, el Consejo en sí creo que tiene cosas buenas y otras no; es una institución compleja para lograr armonizar todos los intereses.

Más allá de su fuero, ¿Cuál es el principal problema y el principal desafío de la Justicia argentina?

No sabría definirlo en esos términos. A veces vamos en procura de definiciones amplias y genéricas y nunca las encontramos. Me ha pasado de encontrarme con jueces agobiados por una visión macro en momentos en que yo me sentía muy contento por la tarea concreta que realizaba y me parece que por ahí pasa el tema. Cada uno en su lugar tiene que dar lo mejor que puede y lograr resultados ahí. Y la suma de resultados individuales va a dar otro tipo de resultado general. El desafío creo que pasa por ahí; las cuestiones instrumentales pueden ayudar: hay Códigos que uno puede definirlos como mejores que otros. Pero el Código en sí no hace la Justicia. Yo pongo el Código arriba de la mesa, y digo es maravilloso, pero es la actividad de los jueces la que va a dar un resultado. Ha habido jueces que han obtenido muy buenos resultados con un Código o con otro y otros que no pudieron llegar a los mismos resultados. No sabría definir un desafío. En Civil hay una diferencia con Penal que es la instancia de parte, a veces uno carga las tintas con la justicia pero acá hay una gran intervención de las partes: actora y demandada y cada uno trata de manejar lo mejor que puede sus intereses. En Penal, salvo las causas de acción privada, son casi todas de acción pública y el problema de la justicia penal es a veces el número: la cantidad de causas y quizás una costumbre arraigada de que todas las cosas tienen que prologarse en el tiempo. Pero la justicia penal tiene, más allá de sus problemas, algo muy importante que es la vocación de su gente. La gente cree que en Tribunales se trabaja de 7.30 a 13.30 y que a esa hora ya uno está libre. Uno puede recorrer los juzgados de instrucción y va a encontrar a las 5 de la tarde a la gente trabajando y no se cobra más por eso, no hay horas extras. Esto se hace por vocación y es algo que desde que yo estoy en Tribunales, hace más de 32 años, por suerte se sigue manteniendo.



bárbara komarovsky / dju
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