Pero no por ello menos impactante para la
interna del Poder Judicial, resultó una sorprendente revelación del Procurador General, Nicolás Becerra. El hombre - fastidiado
por un grupo de fiscales que dos por tres le "embarulla" su Ministerio Público- arrojó, sin más vueltas, que él se pondrá a la cabeza de la oposición de los fiscales a su traspaso al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. De paso minimizó la influencia que se le adjudica a funcionarios simpatizantes con la Alianza que pasaron por la Procuración y que dos por tres son tomados como ejemplos, por
sus críticos internos, para enrostrarle que coquetea con este sector político pese a su designación por Carlos Menem. Becerra suele ofuscarse con tremenda vehemencia y si bien se califica como un hombre del peronismo, suaviza esa alta exposición con el hecho de que es un funcionario designado por el Senado y por lo tanto no puede contaminarse de colores políticos sino de llevar una gestión eficiente. Claro, que si confirma públicamente esta expresión de rechazo al traslado no causará el halago de Ricardo Gil Lavedra, uno de los mentores del
traspaso resistido por el 80 por ciento de los jueces y funcionarios.
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