El fiscal Juan José González pidió el procesamiento por homicidio del detenido comisario inspector Alfredo Fanchiotti y de su chofer, el cabo Alejandro Acosta, por la muerte de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
También están presos otros dos policías acusados de encubrir la responsabilidad policial en los asesinatos. Son el oficial principal Carlos Quevedo y el cabo Lorenzo Colman. Otros dos efectivos que actuaron de civil están prófugos: el jefe de calle de la comisaría 1ra. de Avellaneda, Mario De la Fuente, y el sargento Carlos Leiva.
Para trabajar en la causa, que ya tiene 12 cuerpos, la Fiscalía N° 11 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, a cargo de González, dispuso la utilización de dos oficinas especiales.
"Están en el Consejo de Superintendencia de los Tribunales. Si no contáramos con esos ámbitos no dispondríamos del espacio físico necesario para investigar el caso", dijo González.
Junto al fiscal González trabajan un grupo de 8 instructores judiciales enviados por el Procurador de la provincia, Eduardo De la Cruz, que se dedican al “trabajo de campo” de una causa en la que tienen también activa participación los abogados querellantes de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI).
Uno de los letrados, Claudio Pandolfi, fue amenazado por desconocidos que le dejaron mensajes en un contestador: “te vamos a matar como a un perro, igual que a Santillán”. Según denunció luego la CORREPI, se detectó que las llamadas provenían de una oficina del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
Según explicaron fuentes de la causa, los indicios con los que trabajan los investigadores se componen principalmente de videos y fotografías tomadas en el momento de la represión a la protesta piquetera.
Las fotografías tomadas por varios reporteros en la estación Avellaneda no sólo son la prueba fundamental contra Fanchiotti y su segundo si no que, además, catapultaron la renuncia de la plana mayor de la policía provincial y la llegada al ministerio de Seguridad de Juan Pablo Cafiero.
Los investigadores explican además que deben lidiar con un importante faltante de pruebas, especialmente de las vainas de los cartuchos de perdigones de plomo, que usaron varios efectivos aunque están expresamente prohibidas para el control de manifestaciones.
Tanto Santillán como Kosteki fueron baleados con perdigones de plomo, al igual que varios manifestantes que resultaron heridos, algunos de ellos de gravedad. En varias tomas fotográficas y de video se ve a efectivos de civil disparando con itakas y levantando del suelo las vainas para ocultar su responsabilidad.
Hoy, a un mes de los trágicos hechos, familiares, amigos y compañeros de militancia de los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, realizaron varias actividades de homenaje, a través de diversas expresiones artísticas.
También se cortó –con autorización de la municipalidad de Avellaneda- la bajada del puente Pueyrredón, el lugar donde comenzó la pequeña refriega entre piqueteros y policías que terminó en una autentica “cacería” así se la calificó luego desde el gobierno nacional, que terminó en el asesinato de Santillán y Kosteki a varias cuadras del puente.
Al caer la noche, los piqueteros proyectaron un video sobre la muerte de los militantes. Antes habían empapelado el centro de Avellaneda con afiches con los rostros de los muertos y las fotos que acusan a los policías.