De esta forma el tribunal francés no tomó en cuenta el planteo de los defensores de los animales y el pueblo de Carcassonne tendrá una corrida de toros, que no se practican desde el año 1954.
Al tomar la decisión, los jueces comentaron que esa actividad era una tradición del lugar, a pesar de que los grupos en contrarios a la actividad esperaban que la misma fuera suspendida a raíz de las cinco décadas que habían transcurrido desde la última vez que los toros y toreros se habían enfrentado en al arena.
Bajo las leyes francesas las corridas son permitidas solamente en pueblos o ciudades que puedan comprobar una "sin interrupciones tradición taurina" y, en este caso, la corte citó como evidencia de la misma la existencia de 11 clubes de tauromaquia en la región de Aude, con 600 miembros en Carcassonne y que la becerrada del año pasado, donde se torean animales jóvenes sin darles muerte, atrajo a 3.000 espectadores.
En ese sentido, la corte aseveró que "parte de la población continúa demostrando una fuerte afición a las peleas de toro y no puede considerarse que la tradición local de la tauromaquia ha sido interrumpida".