Como un resorte efervescente la Justicia fue la protagonista excluyente de un 2017 intenso. Algunas claves de lo que pasó y lo que va a pasar en el 2018 que comienza. Presos cuidados y tobilleras para todos y todas.
Macri cumplió dos años como presidente. Ese cambio de inercia institucional provocó que Comodoro Py viviese desde entonces un clima de temporada alta como en los mejores tiempos de la calle Corrientes, cuando se colgaba el cartelito de “no hay más localidades” (aunque todavía hay lugar en Ezeiza y Marcos Paz.)
Con una tasa de productividad pocas veces vista, las estridentes medidas dispuestas por los jueces no parecen ser flor de un día. Tienen sus raíces en procesos de varios años, que hibernaron en una enmascarada tranquilidad. Se acumularon cuerpos de actuación, con documentos, oficios y testigos; algún que otro cruce telefónico y una pericia que aporta un poco de lenguaje técnico, hasta que se desató lo que hoy ofrece la agenda mediática.
Maceradas al ritmo de la mecánica política, esas causas configuran hoy un rompecabezas de negocios y enjuagues financieros que tiene casi a toda una gestión de gobierno en el banquillo de los acusados.
En ese ajedrez la Justicia pierde y gana. La critican cuando no hace y también cuando hace. ¿Por qué lo hace justo ahora? ¿Por qué después de las elecciones? ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Lo hizo ahora para tapar el submarino / los mapuches / la subida del dólar / la economía / el calor?
Con una tasa de productividad pocas veces vista, las estridentes medidas dispuestas por los jueces no parecen ser flor de un día. Tienen sus raíces en procesos de varios años, que hibernaron en una enmascarada tranquilidad.
Macri hace dos años que está en la Rosada, pero los jueces federales hace un promedio de 20 que están en Comodoro Py, y como dice Pinti, “pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos. Quedan los artistas.” Y nuestros jueces federales son artistas.
Las dos caras del de Jano
Así como la Justicia Federal deja una estela polémica tanto por hacer como por no hacer, el periodismo también tiene lo suyo.
Sin duda la savia mediática fortalece el control social y la calidad de nuestra democracia. Pero también por bajar temas técnicos a un relato emotivo, a veces peca de una simplificación que berretiza la actividad judicial. Las confusiones y los errores de apreciación son un daño colateral. Un mal necesario, que la jurisprudencia de la Corte bendijo con el potencial del fallo Campillay.
Muchos acusan al Gobierno de ser "la mano que mece la cuna", pero los delitos, los curros y los negociados existieron. En estos casos no hace falta que se intervenga desde el poder. Los temas, más tarde o más temprano, caen solos por su propio peso, la ley de gravedad no necesita abogados.
Además, la especialidad favorita de los medios es enjabonar el tobogán de los procesos. Nadie puede culpar al periodismo de generar ese entretenimiento en un mundo que hoy batalla por los clicks en forma desenfrenada.
Los jueces y fiscales juzgan a los hechos y a sus responsables. Y los periodistas juzgan también a los jueces. En ese marco de confusión general, la gente pesca lo que puede y saca sus propias conclusiones. Así es la cosa.
La legislación fue generando soluciones procesales a la instancia de juicio oral y público para destrabar el efecto cuello de botella del sistema. Por eso los tribunales orales están acostumbrados a mucha probation y mucho juicio abreviado.
La Pepa
Protagonista indiscutida de los últimos meses, el uso “irurzuniano” de la prisión preventiva trazó un antes y un después en causas judiciales que llevaban años de cansino trámite.
Las dos bibliotecas a full. La gente quiere presos, pero no tanto. Con un gataflorismo muy argentino, descubrimos que la prisión preventiva está bien y está mal al mismo tiempo.
La sangre va a llegar al río, cuando se empiecen a cumplir los dos años de parking permitido para que alguien esté preso sin condena firme. El tiempo no para, las fechas se acercan.
Durante años, la legislación fue generando soluciones procesales a la instancia de juicio oral y público para destrabar el efecto cuello de botella del sistema. Por eso los tribunales orales están acostumbrados a mucha probation y mucho juicio abreviado. Ahora, forzosamente deberán entrar en la onda verde porque se requieren juicios rápidos que demuestren culpablidades e inocencias de cara a la sociedad. Se requieren tribunales orales más efectivos, más laboriosos, más proactivos y menos ceremoniosos.
Mientras tanto desde el Ministerio de Justicia ya avisaron que están preparados para atender la emergencia, por si no dan los tiempos ni la capacidad de la hotelería penitenciaria. Se vienen los programas “presos cuidados” y “tobilleras para todos y todas”