El juez federal Jorge Ballestero dictó el procesamiento de 13 cajeros de distintas sucursales del Banco San Luis (Banex) que el año pasado pagaron a una veintena de jubilados sus haberes mensuales con billetes falsos.
En la investigación quedó demostrada no solo la falsedad de los billetes sino que además las pericias corroboraron que las numeraciones de los mismos eran similares y que habían sido confeccionados con una impresora a “chorro de tinta”.
Los empleados ahora procesados son imputados por el delito de expedición de moneda falsa en concurso ideal con estafa.
En el expediente se dio por acreditado que cajeros de las sucursales de Avenida Rivadavia 7275 (Flores) , Avenida La Plata 430 (Caballito) y Avenida Santa Fe 4453 (Palermo) “mediante la expedición de moneda de curso legal apócrifa a los jubilados que concurrían a cobrar sus haberes defraudaron a los mismos, ocasionándoles el correspondiente perjuicio patrimonial”, obedeciendo “a un patrón común”.
Asimismo, se constató que “todas las víctimas eran personas de avanzada edad que se presentaron en las sucursales a cobrar sus haberes previsionales”.
Ballestero dictó el procesamiento, sin prisión preventiva y con un embargo de 30 mil pesos cada uno, de Carina Arpires, Juan Muratore, Marcela Christaki, Aldo Ratti, Hugo Gabriel Pesquera, Hernán Terragni, Marcela Claudia González, Carlos Salvador Pavón, Marisol Barranco, Gonzalo Teixidor, Maria Soledad Otero, Horacio Ezcurra y Damial Rocco.
El magistrado desechó los argumentos esgrimidos por la entidad que en su descargo sostuvo que los jubilados –algunos de ellos superan los 90 años de edad—habían abandonado las sucursales sin controlar la legitimidad de los billetes y podrían haber sido víctima de un ardid al abordar taxis .
En ese sentido, sostuvo que ese argumento “resulta insuficiente toda vez que de los 23 hechos denunciados, sólo diez jubilados accedieron a un taxi al retirarse del banco”.
También se dio por probado que en las sucursales del Banco Banex existió al momento de los hechos denunciados billetes adulterados en sus cajas, “situación que resulta por demás reprochable, toda vez que al ser una institución bancaria cuenta con la experiencia de su personal o infraestructura suficiente como para detectar tanto en el tesoro como en las cajas la presencia de billetes apócrifos”.
Señala por último que los cajeros para realizar las maniobras “se valieron de sus funciones, generando un grado de confianza tal ante los jubilados (error o engaño), que recibían la moneda falsa y no verificaban su autenticidad, resultando como consecuencia de este accionar el dispendio patrimonial de los jubilados”.