En un acto por la conmemoración de los 25 años de la reforma constitucional de 1994, el titular de la Corte Suprema de Justicia de la Nación habló en el Senado y pidió aferrarse a "la cultura constitucional" en los tiempos que corren.
“La Constitución se puede romper sin ni siquiera la necesidad de cambiarla”, con esas palabras el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carlos Ronsekrantz, inauguró su discurso en el ciclo “La reforma constitucional de 1994 y su actualidad. A 25 años de su sanción”, organizado por la Dirección General de Programas de Investigación y Capacitación del Senado y la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, dirigida por Daniel Sabsay.
“Toda reforma constitucional es un modo de adaptar un aspecto de nosotros mismos a un entorno que cambia. Solo puede ser exitosa si contribuye a consolidar una lealtad hacia las nuevas reglas y está sostenida por nosotros en el tiempo. Solo será exitosa si los cambios que consagra son capaces de generar una nueva cultura constitucional”, sostuvo el titular del Máximo Tribunal.
Para Rosenkrantz, la Constitución se puede romper con el solo hecho de ignorarla y “en momentos tan divisivos y confrontativos como los que atraviesa el país, la cultura constitucional es un producto cultural de enorme delicadeza y fragilidad, se rompe fácil".
El titular de la Corte consideró que "la supervivencia de una cultura constitucional es costosa y difícil”, por lo que “trabajar para mantenerla siempre, conscientes de que el beneficio que lograremos no será solamente ayudarnos a vivir en común, sino que además nos ayudará a desarrollar entre nosotros un vínculo valioso, de amistad cívica, entre individuos que, como iguales, cooperan con otros para organizar la vida en común”.
“Más allá del impacto que pudo haber tenido o no en el diseño de las instituciones, la Constitución solidificó el sentido de que nuestra sociedad es un emprendimiento colectivo. La reforma sirvió para reavivar la lealtad a la Constitución. Solo la lealtad nos permitirá vivir a la altura de los ideales que nos constituyen”, agregó.
Para Rosenkrantz, la Constitución se puede romper con el solo hecho de ignorarla y “en momentos tan divisivos y confrontativos como los que atraviesa el país, la cultura constitucional es un producto cultural de enorme delicadeza y fragilidad, se rompe fácil".
Por último, el jurista destacó la reforma del 94 y la calificó como "exitosa", ya que “no se hizo en cualquier circunstancia”, teniendo en cuenta “un aspecto central que había que mejorar era expresar más y mejor un compromiso con la democracia”.