Por el lado de los datos que consolidan la acusación, los querellantes festejaron el testimonio del último testigo de la semana, quien aseguró que el ex subcomisario bonaerense Irineo Leal estuvo en la casa de Telleldín tras el atentado.
Este indicio lo entregó al final de su declaración de ayer el agente de la SIDE Néstor Ricardo Hérnandez, quien dirigió el grupo de Contrainteligencia de la central de espías que llegó a la casa de Telleldín horas después de la aparición del motor numerado bajo los escombros de la AMIA.
Hernández explicó que hablaron con la esposa de Telleldín, Ana Boragni, quien les contó la versión inicial sobre la venta de la camioneta a un oscuro personaje con acento centroamericano y luego la trasladaron al Departamento Protección del Orden Constitucional (DPOC) de la Policía Federal.
En ese momento, la madrugada del 26 de junio de 1994, dos agentes de la SIDE y un policía federal quedaron en la casa de República 107 en Villa Ballester. Este policía, Aldo Álvarez, ya declaró en el juicio en abril y recordó la aparición de “un subcomisario de la bonaerense” que no identificó.
Ayer, el espía Hernández contó que sus dos hombres en la casa le refirieron después que el subcomisario era Leal, algo que el testigo aclaró luego que el juez Guillermo Gordo, a pedido del querellante de AMIA Juan José Ávila, se lo reclamara.
“Creo que se llamaba Leal”, dijo el testigo y dejó abierta la posibilidad que el Tribunal convoque a declarar a los dos agentes que refirió, vieron al subcomisario para despejar las dudas. Según trascendidos uno de esos agentes sería un tal “Gastón” que se habría comunicado con Telleldín y lo convenció para que se entregara.
Esa conversación, quedó grabada en el lote de los 66 casetes de intervenciones telefónicas que “desaparecieron” simultáneamente de la SIDE y el DPOC. Otro de esos casetes registró una charla entre un “N.N” (así se lo identificó en la trascripción) y Bareiro donde se escucha “hay que terminar con esto, vamos a encontrarnos ya”.
Los querellantes sospechaban desde hace tiempo que ese “N.N.” era Leal, y las dudas crecieron con el testimonio del policía Álvarez. Ahora, con el testimonio de Hernández, las dudas crecieron y Leal parece más comprometido.
“Para nosotros es importante el testimonio de Hernández, porque se demuestra que más allá de (Diego) Barreda y (Mario) Bareiro, también Leal tenía contactos con Telleldín que no reconoce”, explicó el abogado de AMIA Miguel Bronfman.
El lado vacío del vaso
Pero así como los nuevos datos que vinculan a Leal con Telleldín entusiasman a los querellantes, la declaración del ex jefe de la Sala Patria, Eduardo Pfinnen, los desalentó.
En particular, Pfinnen respaldó a quien fuera su segundo en la “Sala Patria” de la SIDE, Alejandro Broussón, quien ya finalizó su declaración. Dijo que en el primer trimestre de 1996 el juez Galeano le comentó que la causa estaba “estancada” porque “Telleldín no decía a quién le había entregado la camioneta”.
Para aquella época, oficialmente Telleldín mantenía su versión sobre el inasible comprador centroamericano y se negaba a volcar en el expediente lo que sí le decía a periodistas y en charlas informales con la ya fallecida camarista Luisa Riva Aramayo: que los policías bonaerenses estaban detrás de la trama de la camioneta bomba.
“Me dijo que Telleldín había dejado trascender ante la jueza Riva Aramayo, que estaba dispuesto a colaborar pero tenía miedo por su familia”, recordó Pfinnen de sus charlas con el juez.
El espía explicó luego que por esa época se hablaba de los derechos de autor de un libro con la versión de Telleldín que podría comprar alguna editorial. Según Pfinnen, el proyecto del libro se cayó y el juez le dijo que necesitaría “auxilio monetario” de la secretaría de Inteligencia del Estado, para obtener la versión de Telleldín.
“Le dije (al juez) que me parecía bien que la causa siguiese adelante si era de esa forma”, confirmó Pfinnen y enseguida confirmó los datos sobre el pago que ya había explicado Broussón. “El dinero me lo dio Hugo Anzorreguy en el edificio de 25 de Mayo 11 (la sede de la SIDE), de ahí me fui a confirmarle al juez y en la misma playa de estacionamiento le di el dinero a Broussón”, recordó.
“¿Qué le dijo el juez cuando le confirmó que estaba el dinero?”, quiso saber el juez Guillermo Gordo. “Gracias, está bien”, respondió Galeano, según Pfinnen.
Aunque las versiones de este ex espía y los que declararon antes en torno al pago parecen contundentes, cerca del juez Galeano relativizaron ante Diariojudicial.com esa hipótesis. “Los cuatro de la SIDE que declararon hasta ahora trabajaron juntos, bien pueden haber acomodado su versión”, remarcaron.
Lo cierto es que más allá de las cavilaciones, aún no se confirmó la trama del pago a nivel de los funcionarios del gobierno de aquel entonces. Por las declaraciones de quienes fueran sus subordinados, Anzorreguy deberá dar respuestas el próximo martes en torno a si Galeano pidió o no el dinero y si el Poder Ejecutivo estaba al tanto.