El titular de la Fiscalía de Gestión Rápida de la primera circunscripción de Neuquén Facundo Trova, fue denunciado por mala conducta ante el Jurado de Enjuiciamiento provincial a raíz de la detención que sufrió el 16 de enero pasado en el aeropuerto Jorge Newbery por la tenencia de aproximadamente 20 gramos de marihuana. La denuncia fue presentada por Beatriz Kreitman, diputada provincial del Partido Intransigente, y Edgardo Cherbavaz, secretario general del Sindicato de Empleados Judiciales del Neuquén (SEJUN) para quienes “el consumo, transporte y tenencia de sustancias alucinógenas prohibidas, para fines legalmente prohibidos, condicionaría severamente la credibilidad pública y el decoro de quien debe ejercer la acusación penal en nombre de la sociedad, configura mala conducta y hablita el inicio de un juicio político”. El 16 de enero de este año a Trova se le encontró marihuana en el aeropuerto Jorge Newbery cuando, luego de llegar de Brasil, tomaba un vuelo hacia Neuquén. Fue detenido y dos días después indagado por el juez Octavio Aráoz de Lamadrid, titular del Juzgado Federal N° 9 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien le otorgó la excarcelación. La mala conducta es una de las causales de remoción que establecen los artículos 153 y 173 de la Constitución provincial. En su escrito de presentación los denunciantes entienden que “no resulta creíble que quien se encuentra públicamente acusado de cometer delitos –con un grado considerable de prueba en su contra-, sea concomitantemente el encargado de llevar adelante la acusación pública por la comisión de delitos”.
Durmiendo con el enemigo
En Santiago del Estero, Dora Cordero de 40 años, entregó a su hijo de 17 a la policía. El menor había arremetido contra un agresor con un cuchillo de cocina causándole la muerte. La madre también entregó el ”corpus delicti” utilizado por el menor, y afirmó que si su hijo se defendió, no tendrá nada de qué temer. Lo mismo ocurrió en Córdoba con un menor de 15 años entregado por su madre tras asesinar a su vecino quién le habría robado sus zapatillas. La madre de este menor afirmó que entregó a su hijo porque “cree en la justicia” ¿Es adecuada esta concepción moral con las normas vigentes? Es decir, ¿es correcto que los padres entreguen y/o denuncien a sus hijos? Parece que la respuesta es negativa. Las normas procesal penales de la Nación y las de la provincia de Santiago del Estero prohíben las declaraciones en contra de ascendientes, descendientes y cónyuges, bajo pena de nulidad, salvo que el delito haya sido perpetrado contra él o un pariente de grado más próximo; distinto es el caso de la provincia de Córdoba que sólo se permite abstenerse, aunque no se le priva de efectos al acto. Hay que recordar también, que en el ámbito civil, el legislador ha considerado negativamente estos actos, ya que a la luz de los artículos 3748 y 3747 inc. 3, si el ascendiente ha acusado criminalmente al descendiente de un delito que merezca pena de cinco años de prisión o de trabajos forzados puede ser desheredado. Es una cuestión cultural -hasta incluso natural- que la familia sea la encargada de proteger a cada uno de sus miembros, no a través del juzgamiento de sus actos como un juez imparcial, sino a través del afecto. Estos actos estoicos y justicieros pueden no ser merecedores de respeto desde el ámbito jurídico, ya que estos atentan contra la institución misma de la familia (con idénticos fundamentos de política legislativa que con respecto al llamado “secreto profesional”, por lo que existiría implícitamente un “secreto familiar” y un “secreto matrimonial”).
Retorno
En la cuidad de Rosario un ladrón protagonizó un insólito asalto a una financiera. Inicialmente encerró al dueño en un baño y le pagó a un cadete simulando ser un empleado. Luego robó dinero y escapó. Sin embargo tuvo que regresar ya que se había olvidado el arma. El robo ocurrió cuando el ladrón, fingiendo ser un cliente, entró al local, ubicado en la calle Ovidio Lagos al 300. Luego de increpar al dueño, lo ató y encerró en el baño. Así, pudo revisar la oficina con tranquilidad y robar los $6.000 en efectivo, cheques y tarjetas de crédito que había en el lugar. Luego de emprender la huida, y tan sólo 15 minutos después de retirarse del local que había asaltado, el ladrón regresó a la escena del crimen, pero está vez sólo para buscar una pistola 9 milímetros que se había olvidado en un maletín sobre el escritorio.