Ayudó a su hijo a morir pero igual la sobreseyeron

La Justicia francesa cerró la causa abierta por la muerte de un joven tetrapléjico que había suplicado para poner fin a su vida y falleció, en 2003, con la ayuda de su madre y su médico. El caso relanzó el debate sobre la eutanasia en ese país.

Vicent Humbert quedó tetrapléjico (parálisis de los cuatro miembros), mudo, casi ciego y sin los sentidos del olfato y del gusto tras un accidente automovilístico en 2000, y murió tres años más tarde (a los 22) en un hospital especializado en tratamientos neurológicos, en Berck sur Mer, al norte de Francia. Antes había reclamado en numerosas ocasiones por su derecho a morir.

El joven, que trabajaba como bombero voluntario, fue ayudado por su madre, quien le inyectó un producto tóxicoque lo dejó en un coma profundo, y por su médico, que se encargó de desconectar el respirador artificial dos días después. Ambos fueron acusados de “administración de sustancias tóxicas” y podrían haber sido condenados a cinco años de cárcel por el delito de “envenenamiento con premeditación”.

Sin embargo, el juez siguió la indicación del fiscal, quien pidió el sobreseimiento para los dos acusados, debido a las “circunstancias particulares” del caso, aunque reconoció la ilegalidad de los hechos cometidos.

En abril de 2005, Francia adoptó una ley sobre “el acompañamiento del fin de la vida". Esta norma no legaliza la eutanasia, pero sí define el derecho a “dejar morir” a los enfermos sin esperanza de curación o en fase terminal. Según una encuesta realizada tras la muerte del Vicent Humbert, más de un 85% de los franceses desearía tener la libertad de morir si se encuentra en una situación similar.

En Europa, las legislaciones sobre la eutanasia son dispares. Algunos países admiten implícitamente el “suicidio asistido”, pero Holanda y Bélgica son los únicos países que legalizaron la eutanasia con restricciones.

dju / dju