22 de Noviembre de 2024
Edición 7097 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 23/11/2024

Reportaje a Miguel Angel Ciuro Caldani

Miguel Angel Ciuro Caldani
Director del Departamento de Posgrado de la Facultad de Derecho de la U.B.A.

 

Uno de los mas reconocidos ius filósofos de latinoamérica y a la vez agudo observador del Derecho en su faz tribunalicia, el profesor Miguel Angel Ciuro Caldani mantuvo una entrevista con Diario Judicial.com. Referencia permanente para el mundo universitario tanto en Rosario como desde Buenos Aires, ha podido cimentar décadas de enseñanzas con una prodigiosa ilustración y la fortaleza de sus argumentos. Sostiene -como Kelsen- que la norma es un marco de posibilidades que da la realidad, donde el juez opta en una decisión política basada en una valoración propia. "El juez dice y decide lo que quiere dentro de lo que puede", afirma. Se muestra totalmente contrario a la posibilidad de que el juez se esconda detrás de una interpretación exegética, "entubando su cabeza y mutilando la posibilidad de pensar en libertad". A pesar de su rol de cientista del derecho, está lejos de vivir en una burbuja: "La norma siempre es rosa, pero la vida no lo es". Dice que el Derecho debe reconocer "la roña de la historia" y en ese terreno nunca se debe dejar de lado la costumbre, aunque el legislador muchas veces se proponga obviarla.

 

 

Dju: ¿Cómo se desarrolla la enseñanza del derecho en la Argentina?

Ciuro Caldani: Se desarrolla con muchas dificultades porque por una parte está en crisis el sistema educativo argentino, también en la Universidad, y por otra parte está en crisis el pensamiento jurídico. Todo esto responde a causas nacionales y a causas mundiales, porque estamos en una época de un enorme cambio histórico. Creo que vivimos en el comienzo de una nueva era, en la cual la revolución de las comunicaciones, de la información y sobre todo de la genética humana, produce muchas dificultades, es un mundo muy complejo.

¿A qué otras causas se debe la crisis educativa?

La crisis educativa se debe también a que educar, según pienso, desarrollar lo que la persona tiene adentro, es interpretado en la sociedad actual al revés; se trata de evitar que la persona desarrolle lo que lleva adentro. La persona es “entretenida” y por tanto es “distraída”, por esto no tiene intereses para poder comprender las complejidades del mundo en el que vivimos. Sobre todo a través de los medios de comunicación, la persona es desintegrada. Nada le puede interesar ante una catarata de datos que tienen sentidos tan diversos, que impiden que se interese. Entretener es afín a la idea de tener, pero interesar es afín a la idea de ser. La persona entretenida, educada en la cultura de la imagen, entra a la Facultad que en principio prefiere a personas interesadas y con capacidad de abstracción. Hay que complementar la cultura de la imagen con la cultura de la abstracción, cosa difícil de lograr. Creo que se puede alcanzar, soy optimista, pero para lograrlo hay que reconocer las dificultades. Quizás se trate al fin de una “astucia de la historia” para ocultar el dolor del mundo nuevo, pero creo que vale rescatar la importancia del ser humano.

¿Cómo se puede lograr el cambio en la educación?

Considero que se puede obtener un cambio logrando que los alumnos se interesen. Pero creo que en las Facultades de Derecho hay también un problema respecto de lo que se enseña. Una facultad que enseña tan solo normas, invita a no ser interesado. Porque el interés está en la vida y no en la norma. Habría que repensar la facultad con un modelo que mostrara al estudiante que lo que nosotros enseñamos se vincula íntimamente con su vida y con la de su sociedad. Esto requeriría, además, un nuevo modelo de profesor.

¿Cómo sería ese modelo?

Como digo, un profesor capaz de interesar y de mostrarle al alumno que lo que estudia se vincula con su vida de todos los días. En cambio, lo que a menudo hay es una referencia lejana a la superficialidad de un lucro que se va a obtener alguna vez. Lógicamente esto produce que las personas quieran transcurrir la carrera de la manera más rápida y simple posible. Entonces se empobrece todo el proceso educativo, y al final todo se reduce a memoria para repetir lo antes posible y sacarse de adelante lo antes posible lo que debió ser una manera de iluminar los propios intereses, la propia vida.

En este modelo, ¿Qué importancia adquiere la capacitación de los profesores?

La formación de profesores es un punto clave en la transformación de la Facultad, de la Universidad y del sistema educativo. Para el cambio de la sociedad toda. Hay que tener profesores informados y formados, que sientan el “eros pedagógico”, que amen a sus alumnos; que no brinden por los alumnos que los sigan, sino por los que los superen.

Esta problemática cómo repercute en la formación del abogado

La formación del abogado adolece de ese defecto. Mayormente hay muchas veces lo que llamaría un proceso de corrupción recíproca, en el que los estudiantes estudian de memoria lo que los profesores van a preguntar, que van a aprobar de memoria, no con memoria, y los profesores van a lograr que los alumnos no puedan preguntar más de lo que ellos quieren que pregunten. Esto obviamente no sucede en todos los casos, pero es bastante generalizado. Los abogados que surgen de esas condiciones, están muy lejos de ser juristas.

¿Qué debería hacerse para que esto no ocurra?

Yo creo que hay que romper ese círculo vicioso, consiguiendo profesores comprometidos con la verdadera educación de sus alumnos. Tienen que hacer que lo que explican sea interesante, motivador de que el alumno piense “esto que explica resuelve problemas de mi vida”. El saber y la educación deben integrarse en la “biografía” del alumno. El educar en la “biografía” del profesor.

Teniendo en cuenta entonces la diferencia que existe en el pensamiento jurídico entre la gente común y quien estudió Derecho, para el común de las personas ¿Cuál es la idea de Justicia?

Por un lado la gente común tiene a menudo una idea un poco simple. La gente ve en blanco y negro: los abogados tenemos la suerte de ver un mundo jurídico complejo, matizado. Por ejemplo, la gente cree que prontamente se puede resolver quién tiene razón en un pleito y esto muchas veces no es posible. Afirmando esa creencia, lamentablemente tenemos en este momento, en el proceso de mercantilización de toda la vida, de la conversión en mercancía de todo el mundo, de la mercadería que es necesario vender de manera acelerada, información que debería ser procesada con respeto a los tiempos de la justicia. Mucha gente quiere recibir respuestas rápidas, y hay quiénes se la dan. La conversión del mundo en mercancía es una realidad ya anunciada por pensadores como Marx y Engels en el siglo XIX.

¿Qué consecuencias produce esto?

Provoca que el tiempo de los jueces sea muy diverso, y cuando quieren sentenciar, a veces se encuentran con casos prejuzgados. Prejuzgados porque, primero, la gente los suele ver simples, segundo, porque la ayudan a verlos simples ciertos medios de comunicación de masas. Existe, además, un contraste muy grave entre un derecho que a menudo fue elaborado sin provenir de las raíces del pueblo, sino viniendo de la recepción de modelos extranjeros, y la realidad y la voluntad de la gente. La recepción de modelos extranjeros produce que la gente no considere al derecho como cosa propia. Esta fractura trae como consecuencia que se crea que el saber vulgar no vale. Si se cree esto, la gente no es escuchada. Toda persona, a mi juicio, puede decir cosas interesantes, hay que saber escucharla.

¿Y cuál sería el significado de justicia para un abogado?

Es mucho más complicado, a veces de manera beneficiosa y otras de modo perjudicial. Tampoco hay que pensar que somos nosotros la parte santa del proceso ni mucho menos, porque en realidad también es posible que los abogados vean en muchos casos la justicia no como un ideal de paz, ni como un modo de contribuir al ideal de convivencia de la gente, sino como una simple manera de ganar dinero. Son esos ideales los que los hacen profesionales y no meros técnicos o incluso hombres de aventura, y las diferencias entre el profesional, el técnico y el hombre de aventura se esfuman. También el proceso es convertido en una mercancía que uno tiene que vender, desconectándose de todos los valores que podríamos encontrar en su realización y al fin también la propia expectativa personal del abogado es mala.

Habiendo ya definido las diversas visiones de la justicia por parte de la sociedad, ¿Cree que el juez ejerce un poder real, o está determinado por estas visiones de lo jurídico o por el prejuzgamiento de los medios de comunicación?

Cuando yo me recibí de abogado, mi principal maestro, que fue Werner Goldschmidt - quien si bien no fue mi profesor formal, fue uno de los hombres que más me ayudó a formarme - me hizo leer un libro muy pequeño que se llama “¿Qué es una constitución?”, de Lassalle. Ahí se ve que además de una constitución formal hay una constitución material, que es un juego de factores de poder. Ese juego de factores de poder limita las posibilidades reales de lo que uno quiere hacer o decir, de modo tal que si uno quiere hacer o decir lo que no cabe dentro de esos límites, tiene que intentar cambiar los límites. Yo veo que los jueces se mueven en un mundo donde muchas cosas que quisieran y deberían hacer o decir, es muy difícil hacerlas o decirlas, porque hay muy diversos factores de poder que las limitan.

Teniendo en cuenta lo expuesto, ¿La justicia argentina, tiene un perfil de juez?

Digamos: si tiene un perfil de juez satisfactorio. Yo creo que está tratando de formar ese perfil de juez, es posible que los consejos de la magistratura vayan contribuyendo a lograrlo. Vale destacar que los perfiles de juez tienen que ser diversificados según la región y el fuero. No debería haber un único perfil de juez, sino perfiles diversificados que respondan a una sola idea de un juez comprometido con la convivencia de su sociedad.

¿Cómo es esa relación entre los jueces, los medios y la opinión pública?

Es una relación sumamente difícil. He tenido la oportunidad de dialogar con numerosos jueces y percibo que algunos se encuentran, con motivo, un poco desorientados. Los jueces han sido educados en una creencia, que también a mi me han inculcado, de que hablan sólo por sus sentencias. Ahora se encuentran con gente que aceleradamente anticipa, preestablece, sus sentencias. Ellos no saben bien qué hacer, y yo tampoco se muy bien qué decirles, si tienen que ir a los medios, si al menos deben dialogar de alguna manera con ellos o si tienen que seguir guardando silencio. Hay muchas opciones especiales, que los magistrados hablen de manera directa con los medios, que tengan comunicadores oficiales. La respuesta es muy difícil. Quizás dependa también de los casos.

¿Esa aceleración es posible o podría producir perjuicios?

Creo que es muy posible y que se llegue por el prejuicio al perjuicio. Hay posibilidades de mejorar el ritmo de la justicia, pero no con la velocidad que se pretende. Hay que juzgar más rápido, pero no se podrá hacer por mucho tiempo tan rápido como la gente quiere que le administren justicia. Más que rápido hay que hacer mejor.

Volviendo al tema del aprendizaje del derecho, ¿Cómo se relaciona la investigación científica y el alumnado?

La Universidad ha llegado a ser a través de su larga historia un relativo equilibrio entre docencia, profesión, investigación, extensión y promoción social. En distintas facultades tiene diversa composición de estos factores. Las facultades de derecho suelen ser principalmente profesionalistas, pero yo no veo tanto el perjuicio del profesionalismo para el desarrollo de la investigación, sino veo la dificultad del memorismo. Claro está que tal vez un mal profesionalismo se relacione con el memorismo. El memorismo frustra cualquier posibilidad de investigación, porque frustra la posibilidad de pensamiento. Yo he tenido la experiencia de que alumnos que son movidos a pensar en la clase, pueden dedicarse a la investigación, y también veo que hay un interés creciente de gente de derecho en dedicarse a la investigación. Asimismo advierto con dolor muchas capacidades que han sido frustradas. Con buenos profesores, que comprendan sobre todo que su éxito, su propia personalización, es el crecimiento de sus alumnos, éstos mantienen y desarrollan la apertura de su inteligencia.

¿Cuán importante es la investigación?

Es una dimensión importante de la Universidad, y es algo que la propia Universidad, sobre todo la pública, debe a la comunidad.

¿Cuáles serían a su juicio los caracteres de un buen investigador?

En primer lugar debe tener algún grado de inteligencia, aunque con una inteligencia normal basta. Luego tiene que poseer una gran voluntad, una gran capacidad de esfuerzo, una gran aptitud de concentración. Además ha de poseer honestidad intelectual. En cuanto a la dedicación, cabe señalar, diciéndolo en términos comunes, que la conciencia se puede compartir a voluntad, pero el inconsciente es libre, o relativamente libre, y no se puede compartimentalizar. Para investigar hay que dedicar el “inconsciente”, la vida psíquica que no controlamos, para los problemas de la investigación. Es más, puede decirse que un investigador investiga cuando duerme, cuando pasea y cuando come. Entonces se producen muchas de las mejores ideas, que luego deben ser rigurosamente procesadas. Entiendo que es beneficioso que los futuros investigadores se incorporen a equipos de investigación lo antes posible.

¿Cuánto tiempo se debería dedicar a la profesión?

Como señalé, a mi parecer el investigador debe tener una muy amplia dedicación, y si es posible, una dedicación exclusiva, porque si uno está ocupado en cómo responder un traslado, no está ocupado en el problema de la investigación. Mucha gente cree que fácilmente uno puede dedicar seis horas a la investigación y tres o cuatro horas a la profesión, o a la inversa, pero sucede que la profesión le ocupa el inconsciente, porque son problemas muy agudos, muy perentorios, y entonces a menudo no se desarrolla la investigación como debería. Los investigadores han de tener, además, un reconocimiento de la sociedad, ya que en la sociedad de consumo no puede pretenderse que el investigador tenga un infraconsumo sino, aunque más no sea, ha de contar con lo mínimo indispensable. De no ser así, la gente joven no se dedica a investigar, y cuando uno es más grande es muy difícil empezar a dedicarse. Entonces los hábitos de pensamiento y de vida son muy diversos.

 

 


david mosquera schvartz / dju

 

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