En un juicio por jurados celebrado en Valencia, la pareja renunció a exigir compensación alguna, ya que sólo pretendían evitar estas situaciones. Al respecto, manifestaron que “mucha gente en el hospital nos pidió que denunciáramos al taxista porque ha habido casos parecidos.”
Los hechos ocurrieron en el 2006, cuando la mujer se dio cuenta en la calle de que sufría una hemorragia, por lo que optó pedir ayuda "al primer conductor que parara". El conductor accedió, pero al comprobar que la misma se encontraba con las manos en la panza y con signos de dolor, cambió de parecer, por lo que le manifestó a la afectada y a su esposo, que “se buscaran otro vehículo”, porque él no los iba a llevar. El matrimonio abandonó el taxi, y encontraron otro coche que los llevó al hospital, donde la mujer fue sometida a una cesárea de urgencia.
En el proceso, el acusado negó todos los hechos, y aseguró que desconocía el riesgo que corría la mujer. Alegó que se rehusó a terminar el viaje, cuando le requirieron que “acelerara y que pasara un semáforo en rojo”, porque lo iban a multar a raíz de dichas infracciones. Asimismo, afirmó que no vio que la afectada estaba embarazada y sangrando.
Por último, indicó que "en ningún momento me negué a llevarlos, ellos fueron quienes dieron un portazo y se fueron voluntariamente", aunque sus argumentos no convencieron al jurado, ya que no coincidía con la versión de la pareja, los cuales reiteraron que el taxista les ordenó bajarse del vehículo.
En nuestro país, generalmente las condenas a taxistas se deben a supuestos en que los mismos hayan atropellado a una persona con su automóvil. Sin embargo, en el 2005 hubo un precedente interesante, en el que la Cámara Civil condenó a un taxista a pagarle más de $9.000 de indemnización a un empleado de la embajada de Noruega a quien agredió a golpes de puño en la puerta de la sede diplomática, además de chocarle el auto luego de que el actor le reclamara que se corriese del lugar de estacionamiento reservado para los empleados.