La iniciativa plantea que “las comunidades indígenas asentadas en el territorio de la República Argentina y sus organismos representativos gozarán del beneficio de gratuidad en los procedimientos judiciales y/o administrativos”.
De esta manera las acciones judiciales promovidas por las comunidades, en tanto y en cuanto estén vinculadas al ejercicio de derechos de incidencia colectiva, tendrán este beneficio.
Ello amparado en la Constitución Nacional que en su artículo 75 establece que el Estado Argentino garantizará derechos de los pueblos originarios entre los que se pueden mencionar respeto a la identidad étnica y cultural de los Pueblos, educación bilingüe e intercultural, reconocimiento de la personería jurídica de sus comunidades, posesión y propiedad comunitarias de las tierras tradicionalmente ocupadas, acceso a más tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano, participación en la gestión de sus recursos naturales y en los demás intereses que los afectan.
Siendo el acceso a la Justicia el principal derecho “en un sistema moderno e igualitario que tenga por objeto garantizar, y no simplemente proclamar los derechos de todos”. Compromiso con los pueblos originarios que se encuentra reforzado por el Convenio 169 de la OIT, y que mediante la ley 24.071 fue incorporado a nuestra legislación y que goza de jerarquía supra legal.
“Los sobrevivientes del genocidio nunca fueron reparados, su propiedad originaria nunca fue devuelta. Pero el genocidio es imprescriptible, y esto no puede entenderse sólo limitado a materia penal, sino también a la civil” consigna el ministro de la Corte, Eugenio Zaffaroni, en el prólogo a Convenio 169 de la OIT.
La iniciativa del diputado misionero busca, al igual que las normas nacionales e internacionales sobre pueblos originarios, “la necesidad de reparar, de una vez por todas, el genocidio sufrido por los pueblos originarios”.
El simbolismo del genocidio
La búsqueda de reparación del genocidio hacia los pueblos originarios, posee también otros proyectos de orden simbólico. Tal es el caso del proyecto que desde 2004 fue ingresado en la Legislatura porteña y que busca “dentro de un proceso más amplio de revisión, la destitución y eliminación de la figura de Julio Argentino Roca del lugar privilegiado que ocupa dentro de la jerarquía iconográfica de los símbolos nacionales que se imponen dentro de los distintos sistemas educativos”.
Ya que, se hace “imprescindible revisar los mecanismos mediante los cuales se establecen formas de simbolizar y se instituyen modelos que rigen la vida y definen la identidad de los pueblos”.
A partir de la propuesta que llevara a cabo hace ya un par de años, Osvaldo Bayer, se conformó la Comisión antimonumento, que busca que este proyecto de ley se concrete.
En palabras de Bayer, mantener este monumento en el lugar más importante de Capital es “es una falta de respeto para los Pueblos Originarios y para el 56 por ciento de los argentinos que, según un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), descienden de aquellos primeros habitantes”.