En el caso analizado por el Máximo Tribunal, ocurrido en 2002, en Ontario, California, un policía tenía 500 mensajes, pero sólo 57 estaban relacionados con su trabajo. Todo comenzó cuando su jefe leyó los SMS que el uniformado le enviaba a su ex mujer y a su novia. Al parecer, los mensajes tenían contenidos sexuales.
Para el Supremo estadounidense, la actuación del jefe no viola los derechos constitucionales del empleado. De hecho, una auditoría reveló que el agente había enviado o recibido casi 500 mensajes, pero sólo 57 eran por cuestiones laborale.
Anthony Kennedy, miembro del Tribunal, considera que en este caso la actuación del jefe policial "fue razonable" y en ningún momento "excesiva" ante una circunstancia relacionada con el trabajo. "Los jefes tienen derecho a investigar a sus empleados", dijo.
Este fallo llega justo luego de haber sido publicado un informe que señala que la mayoría de trabajadores de EE.UU. gastan gran parte de su jornada laboral hablando por teléfono o enviando mensajes de texto, en muchos casos con los celulares de las empresas.