04 de Diciembre de 2024
Edición 7105 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 05/12/2024

Dr. Elías Neuman:

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“ El mismo sistema que excluye a la gente, después la quiere liquidar”



Los días 6 y 7 de octubre se realizaron en las ciudades de Campana y Zarate, con el auspicio de Diariojudicial.com, las XI Jornadas Bonaerenses de Jóvenes Abogados. Las mismas fueron organizadas por la Comisión de Jóvenes Abogados de la Provincia de Buenos Aires y la Comisión de Jóvenes Abogados del Departamento Judicial Zárate – Campana.
Uno de los platos fuertes de las Jornadas fueron las conferencias que se dictaron, no solo por la jerarquía de los disertantes sino por el alto nivel de sus exposiciones.
En la segunda jornada, realizada en las instalaciones de la Escuela de la Prefectura Naval Argentina, ubicada en la ciudad de Zárate, disertó el Dr. Elías Neuman, famoso penalista y criminólogo. El titulo de su conferencia es elocuente: “La prisión – Muerte”.
El Dr. Neuman es autor de numerosos libros de su especialidad. Actualmente es profesor de grado y de pos-grado en Criminología, Victimología y Control Social en la Facultad de Derecho (C.P.O.) y del Departamento de Graduados. Es también docente de grado de la Facultad de Psicología, ambas de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
La siguiente es una síntesis que contiene las partes más sobresalientes de dicha conferencia. Por su relevante interés, la incluimos en nuestra sección de reportajes:

- “Recordemos que uno de los derechos fundamentales de las personas es su libertad. Desde la antigüedad el encierro forma parte del castigo. El encierro era un sitio de contención. Al preso se lo tenía allí previo al castigo, o mientras se le aplicaba el castigo que podía ser la tortura, la picota o la ejecución. La pena privativa de libertad per se es joven, tiene apenas 200 años, viene con el Iluminismo, viene con la acción de Beccaria y de Howard y con las revoluciones de la parte final del siglo XVIII.
Así aparecen las prisiones pensadas como lugares donde se va a cumplir con la pena de la privación de la libertad. Así florecerán estas prisiones hasta llegar al día de hoy donde este sistema se encuentra desacreditado a nivel mundial y aparecen medios alternativos a la pena de privación de la libertad, como el servicio de trabajo público o a favor de la victima, por ejemplo.
Se puede hablar de la antinaturalidad de la prisión. Se puede ver como existe, junto con la prisión, una pena de muerte extrajudicial, pena de muerte que no se da solo en los enfrentamientos con los policías, sino dentro de la prisión. Por eso decimos que la prisión también sirve para morir.

- El que llega por vez primera a una prisión, por medio de una prisión preventiva por ejemplo, se incorpora a un lugar extraño y tendrá que convivir con quien él no eligió y someterse a una disciplina que lo único que pretende es la sumisión del individuo al sistema carcelario. Lo primero que pierde es su individualidad. Empieza a vivir días calcados, alejado de sus afectos, en el medio de un infierno promiscuo, es decir, saturado de gente.

- Buen preso, para el sistema carcelario, es el que se hace a la prisión, el que se adapta a la prisión. Mal preso es el que se rebela, el que no se doblega, el que no se adapta fácilmente.

- También el preso tendrá que adaptarse al código de honor no escrito de las cárceles, que implica lealtad hacía los demás y no ser confidente del servicio penitenciario.

- Hay un hecho singularisimo que se da a través del tiempo: A la prisión siempre van los mismos. La selectividad penal , generalmente, parece que primero determina quienes irán presos y luego lo institucionaliza. En la cárcel está, obviamente, la gente de abajo. Siempre son los mismos delitos los que se juzgan. Como suelo decir, a las cárceles van siempre los delincuentes fracasados. En una pared de una prisión mexicana aparece la siguiente leyenda, escrita por vaya uno a saber que preso: “En este lugar maldito donde reina la tristeza, no se condena al delito, se condena a la pobreza”.
Por otra parte, dice el Viejo Vizcacha, en el Martín Fierro:
La ley es tela de araña,
En mi ignorancia lo explico,
No la tema el hombre rico,
Nunca la tema el que mande,
Pues la rompe el bicho grande ,
Y solo quedan los chicos.

- En las prisiones, no vemos a los autores de ciertos delitos. En nuestro país se ha sinonimizado la palabra violencia con los delitos callejeros y urbanos, que son de una honda dramaticidad, donde autor y victima se ven, se encuentran y a veces se matan.
Pero esta simplificación de entender que la violencia es solo esto, hace que estemos viendo siempre hacía abajo y nos olvidemos de ver hacía arriba.
Existen delitos que se pergeñan en las alfombras rojas de los ministerios, estoy hablando de corrupción y soborno, por ejemplo, o en empresas transnacionales, oligopolicas, o bancos o financieras. Son los delitos de cuello blanco. O los grandes tráficos de nuestra época, tráfico de armas, de drogas, de órganos humanos, de menores, de mujeres, etc. También están los delitos ambientales. Las cárceles no se llenan ni medianamente con los autores de estos delitos y generalmente, uno de estos delitos tiene más coste que todos los delitos contra la propiedad cometidos por los que están en las cárceles.
Y yo pregunto, en esos delitos de guante blanco, ¿No hay violencia?. Tal vez la violencia de abajo es consecuencia de la violencia de arriba.

- También se plantea otro problema, ¿como podemos readaptar socialmente a un delincuente económico?. Por lo general, él está más socializado que nosotros, ha viajado más que nosotros, viste mejor que el juez y que el abogado, ¿como se lo puede adaptar socialmente?, si es que se puede readaptar socialmente a alguien, cosa que dudo profundamente.
Estamos hablando, por dar un ejemplo, de ese señor que manda a los hijos al mismo colegio que los del señor subsecretario...¿Cómo lo readaptamos? Y, además, ¿quien lo readaptaría?
En la prisión no se readapta a nadie salvo elocuentes excepciones.

- Fue muy difícil investigar esto de morir en prisión, sobre todo en nuestro país donde el sistema penitenciario es paramilitar y muy corporativo y cerrado.

- En la prisión se muere por enfermedades absolutamente curables como tuberculosis o venereas, porque no se dan medicamentos o tratamientos. También se muere por suicidios provocados por estados depresivos no tratados, o por suicidios que no son tales.
También esta el caso de los autores de delitos sexuales, que sufren el castigo de los propios presos, castigo que puede llegar a la muerte. O están las muertes por conflictos entre bandas rivales, y las revueltas y motines.

- Otra cuestión es la del SIDA en prisión. El SIDA hoy no mata o, mejor dicho, no tendría porqué matar. Hay tratamientos que permiten cronificar la enfermedad. Dentro de los grupos carcelarios existe la mayor vulnerabilidad hacía el SIDA. Dicen que los más vulnerables son los pobres, pero aún más vulnerables son los presos, que, generalmente, pertenecen a la extracción económica y social más baja. No se hace prevención para la gente de abajo.
Hacer prevención en un país como el nuestro, donde no se sabe hacer prevención es muy difícil. En nuestras cárceles es todavía peor, porque los presos se resisten a aplicar algo que venga del sistema penitenciario.

- En definitiva, este es un tema que se ubica en lo que yo denomino punición a la pobreza. El neoliberalismo económico nos ha traído estas circunstancias de personas desempleadas, estas circunstancias de personas cuyos sueldos están desregulados y viven la exclusión social, que es algo mucho peor que la marginación. Porque el marginado todavía conserva una esperanza de volver a reingresar al sistema, en cambio el excluido esta definitivamente afuera, se cayó por la borda del barco del contrato social. No tiene nada. Es algo así como el desaparecido de la democracia. Ha perdido su individualidad, su autoestima y va adquiriendo sus propios códigos. Parece increíble que nosotros todavía procedamos, como civilización dominante, creyendo que los excluidos tienen el mismo sentido ético respecto de la vida que nosotros tenemos. O el mismo sentido respecto de la propiedad privada que tenemos nosotros. La vida y la muerte no es lo mismo para ellos que para nosotros, porque están acostumbrados a muertes diarias, episódicas.

- Cuando hablamos de punición de la pobreza estamos señalando algo en concreto: Por ejemplo, si tengo dinero me voy a poder comprar medicamentos y sobreviviré al SIDA. Sino, me moriré.

- Una de las investigaciones que hice en México la realicé con quien todavía es Secretario, o sea ministro, de Salud Pública del Distrito Federal. Se trata de un medico muy conocido allí, famoso hematólogo, quien me recibió muy contento y con ganas de ayudar. Yo iba con un amigo común. Le pregunté cual es la política de México con respecto al SIDA. El me respondió: No tenemos política. Asombrado, y aunque me parecía una consulta ociosa, le pregunte cual es la política en México respecto al SIDA en las cárceles. Me volvió a contestar: No tenemos política. Yo ya no sabía que decir. Al final le pregunté: ¿Y por que no tienen política? A eso me respondió: Porque esa es nuestra política. De todas maneras, este funcionario, que sabia que yo iba a visitarlo y para que iba, me preparó un libro para que pudiera hojearlo ahí mismo. El libro era un manual del Banco Mundial, lleno de información. Ahí, en inglés y castellano, estaba la mejor historia sobre las drogas que yo haya leído, con todos los detalles en un primer gran capitulo. En el segundo capitulo, venía la temática de los costos, es decir los costos de la enfermedad del SIDA, los precios de los medicamentos y tratamientos. El tercer capitulo era un completo estudio, lleno de datos demográficos, que indicaba cuantos enfermos HIV positivos tenía que tener un país para poder solicitar un subsidio del Banco Mundial. Entonces ahí uno advertía sin lugar a dudas que ese sentido ético por la vida por el cual luchamos tantas personas en el mundo, parece que hoy se ha trastocado en una cuestión de costo, riesgo y beneficio.
Por eso las cárceles se van convirtiendo en sidarios, a imagen de los antiguos leprosarios. Se dice que en nuestro país, el 40% de las personas que están en la cárcel están infectados de SIDA. Realmente me parece una cifra exagerada, pero no podemos comprobarlo porque no se ha hecho censo alguno.

- Hay que pensar en lo que está pasando en los Estados Unidos, donde hay 2.000.000 de presos, en las 4500 prisiones que hay en ese país, lo cual es una cifra record: son 700 personas por cada 100.000 habitantes. Luego de Rusia, Estados Unidos encabeza el record de personas en prisión.
También podemos ver el fenómeno de la privatización de los institutos carcelarios, que es un negocio creciente. En Inglaterra, casi todas las cárceles están privatizadas. Se viene también el negocio de los chips en los tobillos de los detenidos, para controlarlos en las libertades condicionales y en todas las prisiones diferidas, como puede suceder con la probation. Daría la impresión de que todo esto no es una suerte de sucesión de hechos anecdóticos, sino que son formas de control social.

- En definitiva, el planteo de la prisión-muerte, tiene un significado importante para los jueces y para toda la comunidad jurídica y social.
Una persona puede ser detenida y privada de su libertad por el mal uso que hizo de su libertad, pero eso no puede implicar una velada condena a muerte, y los jueces deben saberlo.

- Lo único de Primer Mundo que tiene nuestro país es la Constitución Nacional. No se sabe como se logró, con que manejos se terminó haciendo el pacto que desembocó en la Reforma del 94. pero gracias al art 75, inc 22 tenemos varios tratados que nos permiten algunos avances. Antes los tratados solo podían ser aplicados por los Estados, ahora los particulares pueden solicitar la protección de tratados internacionales, tanto ante nuestros tribunales como ante organismos internacionales. Por eso, cuando se vulneran los derechos humanos, por ejemplo en las cárceles, tenemos posibilidad de recurrir a organismos internacionales.
N de la R: Art. 75 de la Constitución Nacional: “Corresponde al Congreso:...
22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede.
Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara. Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional".

- El Estado Social de Derecho puede ser reemplazado, ¡cuidado con la Provincia de Buenos Aires!, por el Estado Penal. Un Estado Penal para un grupo concreto de personas, arrojadas por el neoliberalismo y la globalización económica fuera del contrato social. Dentro del Estado Penal está la muerte extrajudicial, policial y carcelaria, y está también el control social de una ingente cantidad de personas, dentro de la cual incluimos a los pobres desempleados.

- Cabe preguntarse ¿por qué los argentinos hemos contraído antiguos esponsales con el represor? ¿Por qué los argentinos queremos siempre cortar el dolor de cabeza decapitando? Después de tener una dictadura militar como la que tuvimos, parecida al nazismo, campos de concentración incluidos, seguimos pensando en la represión como solución para la delincuencia.

- La inseguridad social se transformó en un coto de caza para los políticos, como lo fue la droga en su momento.. .como esto tiene que ver con los miedos de la sociedad, quien manipule los miedos puede manipular a su gusto el sistema penal, con grandes réditos políticos.

- Respecto de este tema del que se está hablando tanto últimamente, acerca de construir más cárceles y ver en eso una fuente de trabajo para los pueblos o localidades cercanas, yo estaba en Córdoba y tuve oportunidad de escuchar un discurso del gobernador De la Sota, en la Ciudad de Cruz del Eje, un lugar donde hay muy pocos jóvenes, porque se fueron a otros lados a buscar trabajo. De la Sota le decía al pueblo que ahí iban a construir, no una, sino dos cárceles y les hablaba del trabajo que eso generaría, no solo en la construcción, sino en el mantenimiento. Es decir, se planteaba delincuencia como industria, como fuente de ingresos. Entonces, ¿quién podría querer la disminución de la delincuencia?

- No podemos pensar que a seres humanos desquiciados, sin familia, sin trabajo, sin afectos, sin cultura y sin el más mínimo esparcimiento les podemos aplicar las mismas leyes que a nosotros. ¿Podemos pensar que esas personas son seres libres?

- Un dirigente político puede decidir tener una policía para la democracia, como se hizo en España o pactar con las estructuras policiales existentes. Si pacta tendrá que cerrar los ojos para ciertas cosas.

- El mismo sistema que excluye a la gente, después la quiere liquidar. Es un “juego” de retroalimentación que nunca termina. Mejor dicho, depende de nosotros que se termine o no.”



dr. jorge oscar rossi / dju
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