El operativo lo instruyó el juez federal de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo, quien también investiga la causa, y tiene un pedido de juicio político en el Consejo de la Magistratura, que citó en varias oportunidades sin éxito al magistrado y tomó declaraciones a varios testigos presénciales de la masacre.
Chaves manifestó que una de las balas que mató a su hermano, en la toma de rehenes de Ramallo “habría sido disparada por efectivos del grupo Halcón”, estas declaraciones –según Chaves- se basaron en una pericia de la Gendarmerìa Nacional de abril de este año.
Según Chaves, el informe de Gendarmería sobre los cuerpos de los tres muertos en la masacre de Ramallo, consignó que dos balas que mataron a su hermano fueron una de calibre 7.62, utilizando dos fusiles FAL y otro calibre 5.56, proveniente de “un arma de alta velocidad y gran precisión que es utilizada por el grupo Halcón”.
Fuentes del juzgado federal de San Nicolás, a cargo de Villafuerte Ruzo, dejaron trascender en abril del año pasado que las balas que habían matado a Cháves eran dos: una calibre 7.62 y la otra de 9 milímetros.
Las fuentes dijeron que el grupo Halcón sólo había disparado a los neumáticos del vehículo en el que los delincuentes intentaron huir con los rehenes.
En tanto el hermano del gerente que falleció por el impacto de la bala sostuvo que “la pericia de Gendarmería precisa en las conclusiones que la bala 5.56 ingresó de arriba para abajo, perforando el lóbulo superior del pulmón izquierdo, complicando también otros órganos vitales del cuerpo, como corazón, dejando esquirlas metálicas en su trayecto y alojándose en masa muscular”.
Por otra parte, según dicho informe, en el móvil donde murieron 2 rehenes y el delincuente presentaba 48 impactos de bala directas: 12 responden al arma calibre 5.56, 19 balas a fusiles FAL y 8 impactos quedan pendientes de determinar su procedencia.