A los empleados de la Corte lo impuso el caso del parto inducido a favor de una mujer cuyo feto iba a nacer con una anencefalia (falta de cerebro) que le provocaría la muerte de inmediato al nacer. Como cinco ministros –el mínimo para que una sentencia sea válida- se encontraban de vacaciones en el exterior, sus asistentes –secretarías y choferes- debieron extremarse con pasajes, notificaciones consulares y teléfonos directos para que en 24 horas, sus jefes, estuvieran en el país y pudieran dictar un fallo sin precedentes y de suma urgencia. Así a Gustavo Bossert se lo trajo de Punta del Este, a Enrique Petracchi desde Lagoía (Brasil) y a Julio Nazareno desde el Caribe, quienes hicieron caso omiso a la plegaria presidencial de veranear en el país. El único fiel a lo declamado por Fernando De la Rúa – ni siquiera sus hijos se plegaron a sus reclamos- fue Carlos Fayt, quien presuroso retornó desde Cariló. A Adolfo Vázquez –en gira por Mexico- ni se lo encontró mientras que Guillermo López, Antonio Boggiano y Eduardo Moliné O`Connor enero los encontró como ministros de feria. Pasado el acuerdo, de nuevo empleados, secretarias y choferes depositaron a los ministros en aeropuertos y playas argentinas y retornaron a sus vacaciones. Pero la Corte demostró que cuando existen sobradas razones de urgencia, sus miembros pueden reunirse en 24 horas, estén donde estén.
hugo morales / dju
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