Queimaliños fue operado el 3 de agosto de 1998, ya que padecía del denominado "síndrome de Morfan", que se manifiesta por "una especial vulnerabilidad en los tejidos conectivos, especialmente en la piel y ligamentos", en personas de elevada estatura, con dedos muy largos. Según explicó el abogado querellante, el deportista sufrió, durante la primera intervención a la que fue sometido "una hemorragia incontenible" dada su propensión a padecer "aneurismas y crisis cardíacas" propias de su enfermedad.
A raíz de esa crisis, el joven volvió a ser intervenido en dos oportunidades en las siguientes 36 horas; permaneció un mes en estado vegetativo y sobrevivió seis meses más hasta su fallecimiento, según recordó el abogado patrocinante Raúl Bercesat.
La juez correccional Ángela Braidot tiene a su cargo una investigación por "homicidio culposo", en cuyo marco lo médicos que lo asistieron habrían reconocido que el fallecimiento se produjo por "muerte súbita" pero no se hizo mención a la "hemorragia que sobrevino a la primera intervención".
El médico Alfredo Achaval, perito de parte, sostuvo que Queimaliños murió "por impericia médico-quirúrgica, que le provocó una lesión hemorrágica irreversible".